Capítulo 7

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Padres

La comida transcurrió en un silencio incómodo para Kevin, Patricia no había despegado los ojos del plato más que para servir. Ramiro mantenía su expresión serena, sin mostrar sentimiento alguno. Nes echaba pequeñas miraditas a todos tratando de analizar el ambiente; y por último, Tony no sabía bien que sucedía, pero suponía que nada bueno.

Cuando hubieron terminado de cenar y lavado los platos, todos, como por mutuo acuerdo, volvieron a ubicarse en sus lugares. Patricia miró con fijeza a su hija, rogando en su interior por estar equivocada en sus suposiciones.

— Ma, ¿qué pasa? —Tony pasaba del rostro de su madre al de su hermana sin entender nada por completo.

— ¡Que te lo diga ella! —acusó la aludida con enojo.

— Pat… —Ramiro colocó una de sus manos sobre la de su mujer, intrigado.

— No, Pat, nada… —corrió la mano deshaciendo el contacto—. Diles por qué te descompones, diles. Y haber que piensa tu padre de todo esto.

Vanesa bajo la cabeza, tenía los ojos húmedos y se sentía morir. ¿Qué diría? Disimuladamente se posó una mano en el vientre, como si eso le diera algo de fuerzas para seguir. Kevin mantuvo su expresión seria e imperturbable, para no dar pista de que él estaba al tanto de todo, no hasta al menos saber cómo iba la situación.

— Vanesa… —Ramiro llamó a su hija y ella levanto la vista hasta encontrarse con su mirada—. Dime qué te pasa.

Cerró los ojos con fuerza para no tener que enfrentarse la mirada de su padre, no podía decir la verdad mirando esos ojos que la amaban. Aún con los ojos cerrados, intento imaginarse en algún otro lado lejos de allí, sola. Un lugar en el que nadie la juzgase por lo que estaba a punto de rebelar. Así, motivada por esa falsa fantasía, susurro lo más audible que pudo: — Estoy embarazada…

Una exclamación ahogada de parte de Tony, un gruñido de su Pat, un suspiro de Kevin y…. silencio, solo silencio de Ramiro. Nes se atrevió a abrir los ojos de una vez, y descubrió que su padre ya no le miraba fijo, su madre y su hermano le había sustituido.

— ¡¿Cómo pudiste?! ¡Yo no te críe así! —Patricia inició con los gritos más pronto de lo que Nes esperaba por lo que se llevo un buen susto—. ¡Dios Santo! ¡Ni siquiera debes saber quién es el padre! Debes de haberte entregado a cualquiera en una de esas fiestas que haces con tus amigos, ¿tú crees que jamás me entero de las veces que me mientes? Yo no críe a una cualquiera…

El corazón de Vanesa se debatió entre el dolor y la rabia por las palabras de su madre. Ella no entendía ni una mínima parte de todo lo por lo que había pasado. Lágrimas cayeron por su rostro, sin poder hacer otra cosa.

— Haber…Dime… ¿de quién es la criatura? —Vanesa se limitó a negar, pues el llanto no le dejaba pronunciar palabra—. Tengo razón, no tienes ni idea de quién te dejo embarazada…

— Soy yo… —dijo Kevin con seriedad—. El padre de la criatura soy yo.

— Kevin, no estamos como para chistes tontos—lo regaño Tony con irritación—. Es un tema serio.

— ¿Y quién ha dicho que es broma? —preguntó él mirando a su amigo.

Ramiro levanto la vista y por primera vez en todo el rato miró a Kevin. Patricia y Tony lo miraban sin saber cómo proseguir. Vanesa aún sollozaba por lo bajo, tuvo la certeza de que su mundo se desmoronaba y que, además lo hacía con mucho ruido…pero no podía permitir que el de Kevin se cayera junto al suyo.

— No, Kevin… Vete… —susurró Vanesa con miedo—. Es algo que debo arreglar a solas con mi familia…

Quería que él entendiera la indirecta, que se alejara, que la dejara intentar detener el derrumbe como pudiera… pero él no había recibido el mensaje o se resistía a abandonarla.

— Creo tener algo de derecho en esta conversación… —lo decía con tal tranquilidad, que no parecía estar declarando que había dejado embarazada a una chica de 17 años—…puesto que estamos hablando del que también es mi hijo.

— ¡Maldito hijo de puta! —Tony se había levantado de un salto y tenía a su amigo cogido por el cuello— ¿Para mi hermana era el test, jodido hijo de puta? ¿Cuándo mierda pesabas decírmelo? Eras mi amigo... abusaste de mi confianza y te metiste con mi hermana...

— Tony... suéltalo... —Nes lloraba a más no poder mientras intentaba deshacer el agarre de las manos de su hermano— Por Dios... vas a matarlo.

— Se lo merece... —sus palabras destilaban más que odio— Es una porquería, una mierda...

— Suéltala, Antonio —pidió Ramiro con autoridad pero sin necesidad de levantar la voz.

Su hijo aunque sorprendido, obedeció. En cuanto su cuello estuvo libre Kevin se levantó de la silla y se puso a una distancia prudencial de Tony. Vanesa lo siguió y se aferró a su cintura con pavor. Él le acarició la espalda intentando calmarla.

— Te considerábamos un hijo... —la expresión de Ramiro no cambio ni un ápice mientras le decía eso— por respeto al cariño que te teníamos, te pido que te vayas de mi casa y que no vuelvas a acercarte a mi hija...

— Pero señor...

— Calla, Kevin —Pat intervino y él joven dejo sus replicas al instante—. Es mejor que te largues de aquí. ¿No te parece que ya le has arruinado la vida a mi hija lo suficiente como para empeorarla?

Kevin no dijo nada, tan solo permanecía con la mandíbula apretada. Nada de lo que le decían le dolía, pues sabía que no era responsable de nada. Lo único que le pesaba, era lo mal que lo estuviera pasando Vanesa. La sentía temblar y encogerse con cada palabra de sus padres. No quería verla llorar, no le gustaba. Más era consciente que si ella les hubiese dicho la verdad no le hubiesen creído y todo hubiese sido peor.

— Tranquila, Nes... —le susurró al oído— Tengo que irme.

— Si lo sé... —le dirigió una mirada aterrada.

Al verla así no pudo evitarlo, en un movimiento rápido e imprevisto le tomo de las mejillas y la beso en los labios. Un beso corto, poco profundo. Bastante mediocre a comparación con el que había imaginado sería el primero con ella. Pero un beso con ella al fin y al cabo.

Un beso que pretendió ser una muestra de apoyo y afecto, pero que dejo a Nes más confundida de lo que estaba. Ella no podía concebir en su mente que él la quisiera. Él la apoyaba por lastima o, en todo caso, por la obligación que ejercía en él el hecho de ser casi como un hermano mas. Él no podía quererla de aquella forma romántica y pasional con la que soñaban todas las adolescentes.  No, no eso era posible, por lo que le siguió con la vista hasta que se marchó de la cocina.

Un bufido por parte de su hermano, le hizo volver a la realidad. Lentamente regreso la vista a su familia. Nadie hablo, Vanesa se sentó en su lugar. Ramiro se puso de pie y salió de la habitación. Pudieron escuchar cuando la puerta del cuarto principal se cerró.

Vanesa se cubrió la cara con ambas manos y lloró en silencio.

Caperucita RojaМесто, где живут истории. Откройте их для себя