Capítulo 2

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...y tendrás consecuencias.

Se encontraban tan cerca uno del otro, que Vanesa podía sentir el hedor a alcohol que emanaba de su boca. Intento apartarse de Diego, pero sus brazos la asían con fuerza

— No seas arisca, nena -le susurró junto al oído produciéndole a ella un estremecimiento en todo su cuerpo.

Vanesa cerró los ojos y deseo poder librarse de esta. De repente su boca se abrió en un jadeo por el contacto forzoso de los labios de él. Desesperada intento golpearlo, pero solo logro que ambos perdieran el equilibrio y finalmente cayeran al sillón quedando ella atrapada por el peso de Diego.

A él la caída no pareció molestarle pues se acomodo mejor y comenzó a recorre el cuello de Vanesa con sus labios. Ella aprovechado que tenía la boca libre respiro con dificultad intentando encontrar su voz para gritar, pero no lo logro. Inmovilizada como estaba solo atino a morder con toda sus fuerzas el hombro de él.

Diego se quejo ante el dolor. Levanto la cabeza y la miro con una irónica sonrisa. Puso una de sus manos en alto y con el dorso de ella le pego en el rostro. Vanesa a pesar del dolor que sentía en su mandíbula quiso seguir luchando. Él comenzaba a cansarse por lo que volvió a pegarle, esta vez más violento. Vio con dicha como las lágrimas corrieron por sus mejillas y poso suaves besos en ellas.

Como Nes había quedado inmóvil, decidió proseguir por donde estaba. Volvió a su cuello, en tanto con las manos tanteaba sus piernas cada vez más arriba. Nes empezó a marearse y con cada minuto que pasaba se sentía más aturdida.

Él la levantó por las muñecas separándola del respaldo del sillón lo suficiente para que pudiera quitarle la campera de jean y arrojarla al suelo. Beso sus hombros desnudos con deleite. Y escucho los sollozos de Vanesa cuando rasgo la tela de su remera. Estaba ansioso por seguir adelante... se quito a sí mismo la remera y continuó.

Posó una de su mano en uno de los pechos de ella apretándolo con satisfacción. Le arrancó el corpiño y se humedeció los labios mientras la miraba. Ella no se movía tan solo lloraba, esperando que todo acabase rápidamente. Diego se rió y bajo con su boca hasta donde su mano había estado antes.

A Vanesa le asqueaba el contacto de boca pegajosa sobre su piel. Sentía que todo se revolvía en su estomago. Por un instante él, la miro a los ojos con los suyos brillosos por la lujuria. Luego le subió la falda, se desabrocho los vaqueros con rapidez casi frenética y lo último de lo que Nes fue consciente, fue de que él le bajo la ropa interior.

No percibió nada más. Se alejó de la realidad o por lo menos lo intento. No se dio cuenta de cuando él se vistió satisfecho y se echó a dormir en el sillón, pero en un momento se encontró con la espalda desnuda apoyada en la estantería de los CD´S. Vagamente recordaba haberse arrastrado hasta allí.

Quería huir, salir de ese lugar. Pero sentía las piernas entumecidas. Se quedo un rato en silencio escuchándose gimotear por lo bajo, para que Diego no se despertara. Poco a poco fue recuperándose y supo que lo mejor que podía hacer era largarse de allí.

Se seco las lágrimas con las manos y a gatas emprendió la búsqueda de lo que quedaba de su ropa. Recupero su falda y su campera, la cuales se puso. Tomó también los tacones, pero ni pensó en colocárselos. Todavía contra el suelo se dirigió hacia la entrada y sola allí se animo a erguirse.

Tan pronto como hubo atravesado la verja, inició una carrera desesperada. De vez en cuando, bajaba un poco la velocidad para fijarse si él no la seguía, y al ver que no era así volvía a emprender la marcha. ¿Cuántas cuadras había recorrido? No tenía ni la menor idea.

Frenó un momento jadeando, todo parecía desconocido a su alrededor. Le dolía la cabeza de tal forma que al intentar reemprender su huida se mareo y termino por vomitar a un lado de la calle. En otro momento eso le hubiera parecido de lo más asqueroso, pero como estaba ya nada le importaba más que no volver a Diego nunca más.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now