Capítulo 1

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Desobedece…

Katy la miró de arriba abajo con los labios contorsionados en una mueca de espanto. Inspeccionó su vestuario con precaución una vez más y suspiro defraudada.

— Vengo de visitar a mi abuela —se excusó Vanesa. Katy sonrió.

— No está… mal —se volvió hacia su armario y comenzó a revolverlo en busca de algo—…pero esa remera… —volvió hacia ella arrugando la nariz—…es muy cursi.

En sus manos llevaba una musculosa blanca con dibujos en un negro brillante, que era algo escotada.

— Ponte esta… —Katy la miró picaronamente y le tendió la remera— Va a resaltar tu figura…

— No se… —Vanesa se quedó pensativa.

— Nesi, Nesi… —su amiga le apretó las mejillas entre sus manos y acerco su rostro al de ella—. Va ir vos ya sabes quién…

Nes sintió como el calor le subía al rostro coloreándole los pómulos. A su mente acudió la imagen de un joven de cabello oscuro como la noche y ojos claros, que le recordaban a día nublado. De tanto observarlo sabía que sus cejas eran gruesas, sus labios finos y su sonrisa blanca, deslumbrante. Se sacudió la imagen de su cabeza tratando de volver a la realidad.

— No… no sabía que Diego iba a ir también…

— ¿Y? Entonces, ¿qué me decís? —balaceó la remera entre sus dedos, sonriendo tentadoramente.

— ¡Dame eso! —Nes le arrancó la musculosa de las manos. Se sentía irritada por tener que reconocerle que tenía razón.

Se fue detrás del biombo, que su amiga tenía en la habitación, y de un tirón se sacó su sosa remera para cambiarla por la que le habían dado. Frente al espejo tuvo que reconocer que Katy volvía a tener razón, esa remera le marcaba su delgado abdomen y le daba un poco más de busto. Dio una vuelta y le sonrió a su imagen en el espejo.

Luego llamó a su madre para avisarle que se quedaría a dormir allí y decirle que no se preocupara. Patricia suspiró frustrada del otro lado de la línea pero no dijo nada. Cuando cortó, Nes y Katy rieron de la incredulidad de las madres.

Después de la infaltable elección de accesorios y maquillaje, partieron hacia la casa de Rino a las diez en punto. En el camino se encontraron con Pamela que iba abrazada a Emiliano. Katy y Vanesa se miraron sorprendidas, Pamela se puso roja y bajo la vista. Katy se carcajeó, Vanesa no podía creer lo que veía.

— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Emi que aún estrechaba a su novia contra su cuerpo.

— Nada… Nada… —ella no podía parar de reír. Nes le pegó un codazo en el costado, que no le hizo ni un rasguño, pero de a poco comenzó a calmarse y a recuperar el aliento— Emi. No entiendo que le viste.

— ¡Caterina! —gritaron Emi y Nes al unísono, aunque el grito de él fue más un gruñido y el de ella un regaño.

— ¿Qué? —dijo Katy sonriéndoles simpática—. Solo digo la verdad. —agregó y dándose la vuelta continuó el camino. Nes y los novios la siguieron unos pasos detrás hasta llegar a la casa de Rino.

La “fiesta”, fue una mezcla de alcohol, música fuerte y descontrol. Katy se pasó la noche entera colgada de Rino. Pame y Emi se quedaron en un rincón dándose de vez en cuando tiernos besos y mimos. Nes había logrado bailar con Diego en algún momento y por ello se sentía feliz.

Llegadas las tres de la madrugada la mayoría de los invitados se fueron marchando en reducidos grupos hacia el único boliche de la ciudad. Pasada una hora solo quedaban en la casa: Pamela y Emi, que había tomado una habitación prestada; Katy que encaramada al Rino le susurraba cosas al oído; y Nes sentada en el sillón junto a Diego charlando animadamente.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now