Capítulo 16

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Nené

Estaba medio adormilada de tanto llorar y las caricias que Nené le propiciaba sobre la cabeza, la calmaban aún más. Se encontraba recostada sobre el sofá con la cabeza sobre la falda de su abuela. Le había dicho todo lo que había pasado desde que la había ido a ver la última vez, incluso lo de Diego. Habían compartido lágrimas durante un rato, ella le había entendido… No le había gritado, ni juzgado simplemente había escuchado.

— Abu —la llamó después de un buen tiempo en silencio—. ¿Puedo quedarme aquí?

— Si, Caperucita —Nené sonrió a su nieta favorita, debía admitirlo los quería a los tres, pero Vanesa siempre había sido su predilecta, le recordaba a ella cuando era joven.

— Gracias…

Vanesa llamó a Pame esa tarde para decirle que no se sentía en condiciones de ir a su casa y que lo dejarían para otra vez. Su amiga no se quedó contenta con esa excusa, por lo que le hizo prometer que el lunes le contaría que era lo que le sucedía.

Al día siguiente, su padre se apareció por la casa, de seguro por intervención de su abuela que le había llamado para decirle que estaba allí. Nes no salió de su nuevo cuarto, en lo que duro la visita. Pues Ramiro se marchó calmado como había llegado, luego de hablar con Nené, que le convenció de dejar a su hija allí, por el bien del bebé.

Los siguientes días, Nes los pasó en una calma que le hizo muy bien. Iba al colegio con Pamela de ida y de vuelta, de manera que así evitaba a Kevin, que solía esperarla a la salida del mismo. Pamela se había convertido en su principal protectora, cuando ella le puso al corriente de lo que él le había hecho, porque ella creía que él era “un desgraciado por engañarla estando ella embarazada de su hijo”.

De Niqui no volvió a saber nada, lo cual agradecía porque no hubiera podido enfrentarse con los dos juntos otra vez. Ya basta de chichos, estaba decidida a sacarlos de su vida y dedicarse enteramente a terminar el colegio y a cuidar de su bebé.

Cuando no estaba en el colegio y no tenía la visita de Sonia, Pamela o Joako, el único hombre que había dejado entrar de vuelta en su vida; se dedicaba a leer libros sobre maternidad, a escuchar música clásica (Nené decía que le hacía bien al bebé) o a tejer.

— Nené —llamó Nes que estaba parada sobre una silla revisando la parte de arriba de su armario.

— ¿Qué sucede? Oh, Caperucita… Baja de ahí en este instante, mira si te caes —la regaño su abuela cuando la vio—. ¿Quieres deñar a mi biznieto?

Ella sonrió a modo de disculpa y se bajo cuidadosamente de la silla.

— Solo buscaba la lana que compre ayer —se justificó.

— Esa que esta sobre tu mesa de luz, ¿verdad? —Nené negó con la cabeza sabiendo lo despistada que podía ser su nieta.

— Ups… —se rió de sí misma y fue a recoger la lana, que era de un color verde manzana— ¿Me enseñas a tejer los escarpines?

— Niña, ¿no prefieres estar afuera?

— No, el calor que está haciendo me pone de mal humor… Además hoy he estado mucho tiempo parada, siento que mis pies son de goma…

— Bien, ven aquí —la llevó a la sala, donde la hizo sentarse en el sillón y poner los pies sobre una silla para que pudiera descansarlos.

Se sentó a su lado y tomando las agujas le mostró como debía seguir el punto, luego se fue a seguir con sus cosas no sin decirle que la llamara cualquier cosa que necesitara. Vanesa se puso a trabajar, pensando que su abuela se veía mucho mejor, tal vez se debía al nuevo antidepresivo que estaba tomando o a que la ilusionaba la idea de tener otro biznieto.

Iba a ser madre, era extraño pensar en eso, sobre todo porque jamás le habían gustado mucho los niños. Pero este era diferente, era suyo y de nadie más. Se acarició el vientre a penas hinchado. Hacía un mes que vivía con su abuela, lo que quería decir que acababa de cumplir su cuarto mes de gestación.

Sentir a esa vida moverse en su interior generaba en ella una sensación abrumadora, una sola ondulación de su hijo lograba alegrarle el día, ponerla de buen humor... Espera que solo eso bastara para que ella pudiera seguir adelante, solo su hijo.

Así paso medio mes más. El verano estaba cerca y el calor aumentaba cada vez más, generando en Vanesa todas clases de problemas. Desde para dormir hasta para mantenerse en pie mucho tiempo. Las clases ya casi terminaban y a ella le iba bien, pero de todos modos tuvo que notificar a la dirección de su embarazo. Ya media escuela, si no toda, se había enterado de su situación. Aunque un poco de alivio, esta nueva situación traía aparejada más miedo que nada. Nes tenía miedo que Diego lo supiera, que se diera cuenta que era suyo, que le hiciera daño o que quisiera quitárselo cuando naciera.

De pronto, se volvió paranoica y jamás se quedaba tranquila estando en la escuela. Se le hacían eternos los días que faltaban para finalizar el año. Era consciente que tanto nerviosismo no le hacía bien a su embarazo, pero solo lograba calmarse cuando estaba en su casa o en la de Pame, donde sabía que Diego no la buscaría.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now