Capítulo 25

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Irreversible

Vanesa probó abrir los ojos, pero desistió antes de lograrlo. No tenía ningunas ganas de levantarse. Le dolía mucho la cabeza y sentía las lágrimas secas que aun perduraban en su rostro. Tenía miedo, miedo de abrir los ojos y descubrir que era verdad... que todo se había terminado. Que ya no volvería a ver su sonrisa ni a sentir sus besos. Se dijo que todo era un mal sueño, se lo repitió una y otra vez...

...hasta que al fin abrió los ojos y miró alrededor. El loft estaba un poco desordenado, soltó una risilla y se dijo que tendría que ordenar. Se puso en pie con dificultad sobándose la enorme barriga. Se miró y descubrió que aún seguía vestida. Se peinó un poco con la mano y levantó la ropa de Kevin del suelo. Ese  chico jamás aprendería a doblar la ropa en vez de tirarla por ahí.

— ¿Qué haces? —la voz de su hermano le llegó desde la puerta.

— Ordeno... —le dijo ella doblando la camisa entre sus manos— No puede estar así.

— No te esfuerces.

— No te preocupes, yo y ella estamos bien —sonrió mientras sentía como su hija se movía en su interior—. Parece que está inquieta.

— ¿Siempre se mueve mucho? —le preguntó Tony fijando la vista en la barriga hinchada.

— No mucho, pero cuando se emociona no la para nadie.

— Se parece a ti...

— Si, tal vez...

Se quedaron callados mirándose uno al otro. Hasta que ella decidió que no lo aguantaba y corrió a abrazarlo. Se apretó contra su pecho cerrando los ojos con fuerza para que las lágrimas no brotaran de sus ojos.

— Te extrañé tanto.

— Yo también —le acarició el cabello y le beso la coronilla—. Lo siento tanto... yo debí estar a tu lado.

— No importa, estas aquí —levantó la cara de su pecho y le sonrió—. Verás que Kev te entenderá también.

Los ojos de Tony se abrieron por la sorpresa y en su mente repasó lo que su hermana mayor le había dicho minutos antes cuando hablaron por teléfono. El primer paso es la negación... Nes lo estaba negando, no quería creérselo y él hubiera hecho lo mismo, de no ser porque sabía que ella lo necesitaba lúcido.

¿Cómo se le daba a alguien una noticia así por segunda vez? Miró a su hermana a los ojos, esos ojos verdes que siempre la dejaban en evidencia, vio como brillaban y pensó que había sido tan injusto. Cuando ella mas lo había necesitado se había alejado por sentir su ego traicionado... Había perdido un amigo, que jamás podría recuperar. Un amigo que había estado en todas y que jamás lo había traicionado, que solo tuvo la mala suerte de enamorarse de su hermana. Su pequeña y linda hermana.

— Caperucita —la llamó cuando se alejo para seguir ordenando—, deja eso. No es momento.

— ¿Quieres té? Podría preparar un poco... —Nes caminó hacia la cocina, mirando el reloj que había en la pared sobre la mesada— No tardará en llegar y podrán hablar tranquilos...

— Yo... —Tony intentó decírselo pero ella lo interrumpió.

— Kev te quiere, estoy segura que estará encantado de verte aquí...

— No. Basta... —sus palabras le hacían daño, mucho daño... Le dolía verla así, tan metida en su fantasía, le dolía tener la certeza de que Kevin aún al final de sus días lo había seguido considerando amigo cuando él le había fallado...

— ¿Dónde se habrá metido? —se preguntó Nes a sí misma— Si  salió a comprarle algo mas a la bebé lo mataré. No puede seguir gastando de esa manera...

— Basta, Caperucita —su hermano había superado su shock y acercándosele la había tomado por los hombros—. No sigas diciendo que volverá. No lo digas mas, no te lastimes así...

— ¿No se a que te refieres? —dijo ella con la voz cortada a la vez que le esquivaba la mirada.

— Si lo sabes... Sé que te duele, a mi también —la tomó de la barbilla y la obligo a verlo a la cara—, pero no podemos hacer nada...

— Él me dijo que volvería —sus ojos dejaron de brillar y se humedecieron—. Lo prometió.

— Lo sé y también estoy seguro que jamás te hubiera roto una promesa de ser por él, pequeña.

Vanesa se desprendió del agarre de su hermano y fue a sentarse a una de las sillas. Respiró hondo mientras acariciaba su barriga, donde su beba se movía inquieta acompañando su estado.

— ¿Qué pasó? ¿Cómo fue?

— Nes, yo no sé si decírtelo es lo correcto...

— Dime que pasó, carajo —sus labios formaban una línea recta, sin alegría sin tristeza, llena de ira.

— No se sabe bien, pero la persona que llamó a la ambulancia dice que Kevin lo atacó y cuando el quiso defenderse lo empujó contra una pared. Cayó de manera tal que se golpeó en la nuca y tuvo un paro cardiorespiratorio —le dijo él—. Al menos eso es lo que se.

— No puede ser, él no es así... Kevin no ataca a nadie sin que lo provoquen —Nes negó con la cabeza mientras se encorvaba sobre su vientre—. ¿Sabes quién fue el que llamó a la ambulancia?

— No.

Vanesa cerró los ojos sin dejar de balancearse con el llanto pugnando por salir otra vez. Ella lo quería ahí, a su lado, susurrándole cosas tontas a su beba, burlándose de sus pucheros cuando tenía antojos, abrazándola, besándola, acariciándola... Mierda. Lo quería vivo. Daba su vida porque entrara por la puerta con su sonrisa de siempre. Pero se había ido... aunque no lo quisiera.

— Se fue... se fue... —miró a su hermano enojada— ¿Qué no escuchas que ya no está? Era tu amigo... ¡Era mi vida y se fue! —gritó a todo pulmón dejándose caer de la silla al suelo— Me quiero morir... me quiero ir con él...

— No, no... —Tony corrió a su lado, se sentó sobre el suelo y la abrazó desesperado— No, mi niña, no... Caperucita, tienes que seguir, tienes que seguir....

— ¡¿Cómo?! No puedo, me duele... me duele aquí —se golpeó el pecho con la mano.

— Piensa en tu bebé, piensa en ella... Piensa que una parte de él se guarda allí —intentó consolarla su hermano, sin saber, sin ser consciente de solo la estaba lastimando aún más.

El grito desgarrado que nació de la garganta de Vanesa retumbó en las paredes. Se removió entre los brazos de Antonio gritando y despotricando. Sin él no era capaz de hacerle frente a nada... no quería al bebé... no quería nada... Sin él no quería seguir viva, se dijo a si misma cuando la oscuridad se la llevo.

Caperucita RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora