De cuerdas y esperanza IV: Tú no eres así

224 24 61
                                    

— ¡Aquí está el mejor guitarrista de todo Japón!

Habló Saburota con una voz exageradamente alta y amistosa cuando llegamos al lado de Hyakkimaru. El mencionado alzó sus ojos desinteresadamente al notarnos, guardando rápidamente su celular en su bolsillo.

Tal vez intentó ocultarlo, pero yo pude ver a la perfección que una fotografía de él y Dororo estaba en la pantalla de su celular. Tratando de aparentar que no me di cuenta de nada, le dije con calma, observando la taza de café latte en su mano:

— Ya es hora de cenar... No me digas que ese café es lo único que piensas echar a tu estómago.

— Si... la verdad es que no tengo mucha...

— ¡Me muero de hambre! —Lo interrumpí alzando la voz y acariciando mi barriga—Sabu ¿por qué no vas a comprar algo de cenar para los tres?

— ¿Qué yo lo compre? —Preguntó, entrecerrando sus ojos no muy convencido—No seas tacaño y compra tu propia cena.

— Apuesto a que Hyakki también debe estar hambriento. —Proseguí observando al guitarrista jovialmente, él me regresó una mirada un tanto avergonzada—. Si no compró nada de cenar debe ser porque está ahorrando algo de dinero para enviárselo en el siguiente mes a su hermano menor. Así que vamos, no seas mal amigo y compra algo para los tres.

— Y tú por qué demonios...

Saburota se veía con toda la intención de seguir discutiendo, solo fue capaz de calmarse al ver como movía mi vista rápidamente de Hyakkimaru a su café, y le di a entender con un suave movimiento de labios sin hablar que no podíamos dejar que se fuera a dormir sin cenar.

Tras dar un bajo suspiro finalmente accedió, habló con una voz que parecía querer ocultar algo de molestia todavía:

— Está bien... ¿hay algo en especial que se les antoje de la cafetería?

— Pero, yo no quiero...

Seguía insistiendo el deprimido muchacho. Por segunda ocasión se lo impedí:

— Con el platillo del día bastará... ¡date prisa, que tenemos hambre!

Saburota se volteó para dirigirse a ordenar, antes de partir pude escuchar que soltó un bufido descontento ¿pero que le pasaba a ese idiota? Últimamente se notaba de muy mal humor. Centré mi atención de nuevo en Hyakkimaru, él me observó por unos segundos con un semblante entre avergonzado y conmovido, posteriormente bajó la vista y la dejó fija en su taza de café.

— No te preocupes por Sabuidiota—le dije despreocupadamente en un intento porque dejara de estar incomodo—, ya le regresaremos el favor un día de estos.

— Si, es solo que en verdad no tenía hambre.

— De eso nada. —Desaprobé con rudeza, dándole unos pequeños golpes con mi pie en su tobillo por debajo de la mesa—. No está nada bien irse a la cama con el estómago vacío. No aceptaré quejas ni remilgos. No te dejaré salir de la cafetería hasta que cenes algo ¿entiendes, Hyakkinepto?

Primero me observó con cierto asombro, cuando fue capaz de cambiar su semblante a una pequeña sonrisa por fin pude sentirme más tranquilo. Comencé a charlar con él de las clases de la semana para hacer la espera de la cena en una más amena, y de esta manera seguirlo distrayendo.

Media hora después los tres ya estábamos cenando unos deliciosos sándwiches con pollo y tocino. Hyakkimaru lo devoró con impaciencia, esto ocasionó que el pecho se me contrajera de dolor al darme cuenta que era muy probable que no hubiera comido nada hasta ese momento.

Después de todo, no lo habíamos visto en todo ese día al ser fin de semana hasta que fuimos a la sala de ensayo antes del anochecer ¿en verdad el dolor que lo embargaba era tan profundo que incluso le quitaba el apetito? No pude evitar preocuparme más por él con cada segundo que pasaba.

Las notas de mi destino [Dororo AU]Where stories live. Discover now