De avanzar sin detenerse IV: Dulce tortura

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No era como que hubiera perdido el contacto con Dororo a lo largo de ese casi año que había transcurrido desde que nuestros caminos se separaron. Desde aquella vez que hablamos por llamada antes de mi viaje a Londres, no había vuelto a escuchar su voz. Solo nos enviábamos mensajes por LINE ocasionalmente, lo hacía porque me preocupaba por su bienestar.

Era una preciada amiga, además de ser la mujer que mi hermano mayor amaba con toda su alma ¿Cómo iba a descuidarla? Siempre que podía, cuando menos me aseguraba que estuviera bien a la distancia. Tomé esa decisión pues sabía que esa era la única manera de olvidar (¿o más bien debería decir adormecer?) los profundos sentimientos que en algún momento tuve por ella.

Teniendo ya meses en los que solo nos comunicábamos por medio de mensajes, recibir una llamada suya era algo completamente irregular. Se lo aseguré siempre un montón de veces: "no importa el día ni la hora, si me necesitas, siempre estaré para ti, siempre podrás contar conmigo".

Hice esa promesa de corazón, por eso era que debía responderle. Si por cualquier cosa, ella necesitaba mi ayuda, yo iba a brindársela sin pensarlo dos veces. Di algunas acompasadas respiraciones, logrando recobrar la calma transcurridos unos segundos. Después tomé el celular con firmeza entre mis manos y contesté, esperando que no se tratara de alguna mala noticia.

 Después tomé el celular con firmeza entre mis manos y contesté, esperando que no se tratara de alguna mala noticia

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Me costó un enorme esfuerzo reunir el valor necesario para hacerle esa propuesta a Tahomaru. Por supuesto, nunca me esperé que recibiera esa repentina llamada. Todavía podía sentir como mi corazón martillaba con fuerza contra mi pecho. Mi garganta seguía seca y sentía mi cuerpo tan pesado, era como si estuviera hecho de piedra.

Esa llamada cambió por completo el rumbo de los hechos. Mientras luchaba por recobrar mi habitual calma, presencié todo como en una especie de sueño neblinoso. Los siempre alegres ojos de Tahomaru se abrieron con asombro. Dejó su mirada confusa en la pantalla del celular. Dudaba en responder ¿Por qué estaba tan indeciso?

Aunque yo sea una persona tan callada y tranquila, eso no quiere decir que viva perdida en mi mundo, o que nunca ponga atención a lo que pasa a mi alrededor. Solo me bastó analizar su reacción por un momento para llegar a la conclusión de que, esa persona, la que lo estaba llamando, era alguien muy importante para él.

—Lo siento, Mutsu-chan—dijo de pronto con una voz ansiosa—, debo responder esta llamada, es muy importante. Dame un momento, por favor.

En seguida me dio la espalda y atendió. Yo seguía en ese estado aletargado, no atiné a responder ni hacer nada. Una vocecita en mi mente me sugería que le respondiera que no había problema y le diera privacidad, pero, aunque sabía que era lo mejor, me resultó imposible obedecerla.

Tahomaru siempre era una persona tan relajada y amigable ¿quién fue capaz de ponerlo en ese estado tan perturbado? No pude evitar cuestionármelo, y querer saber a toda costa la respuesta. Fue por esto que me quedé estática detrás de él, incapacitada para hablar o retirarme.

Las notas de mi destino [Dororo AU]Where stories live. Discover now