De cuerdas y esperanza II: No necesito a nadie

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Debo admitir que mi obtenido exceso de libertad en Londres se convirtió en algo realmente abrumador. Si a eso se le sumaba el inmenso temor que le tenía al dolor y nostalgia por mis días en Tokio, así como lo mucho que me esforzaba en huir de estos malos sentimientos, sin duda no eran una buena combinación.

Fue por esta razón que la escena de Saburota, Shiranui y yo saliéndonos a embriagar los fines de semana se repitieron muchas veces más por varias semanas. Los tres teníamos pensamientos que deseábamos callar, y la misma inmensa libertad que nos brindaba Londres terminó por embriagarnos no solo con alcohol, sino con la idea errónea de confundir libertad con libertinaje.

Sin embargo, todos estos acontecimientos terminarían por caer por su propio peso. Llegamos al límite de nuestra libertad cuando poco a poco, las circunstancias entre los tres comenzaron a cambiar. Todo esto sucedió cuando Saburota retomó sus malos hábitos de Tokio.

Golpeaba sin cesar la punta de mi lápiz sobre mi escritorio, mi vista permaneció fija observando con recelo la hoja blanca frente a mí

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Golpeaba sin cesar la punta de mi lápiz sobre mi escritorio, mi vista permaneció fija observando con recelo la hoja blanca frente a mí. Dejé escapar un bajo suspiro de fastidio al tiempo que maldecía a mi cerebro por negarse a cooperar conmigo.

Debía hacer un ensayo para el lunes con el tema: "La Improvisación como forma de expresión libre y como procedimiento compositivo", por desgracia por más que lo intentaba las palabras no surgían, y el navegador de internet en mi laptop; a pesar de estar abierto esperando por ser usado, se veía más que aburrido.

Sabía que debía empezar a trabajar en ese ensayo pues ya era viernes en la noche, sin embargo, era de esos días en que el cerebro simplemente parecía burlarse e irse a dar un paseo.

Seguí intentando sacar las ganas de la nada cuando mi celular sonó con una notificación de LINE. Usando esto como pretexto para distraerme lo tomé rápidamente y lo observé, era un mensaje de Shiranui el cual decía: "Hoy es viernes y tengo sed... ¡Vamos a beber!  ρ(ーoー) ♪".

Esa era la excusa perfecta para postergar más el ensayo. No había prisa ¿verdad? Era viernes, tenía aun dos días para acabarlo. Probablemente salirme a distraer un rato ayudaría a mi perezoso cerebro a despejarse y relajarse.

Sin pensarlo dos veces le confirmé a Shiranui, me cambié de ropa y salí al pasillo para encontrarme con él.

—¿A dónde iremos esta vez? —Le pregunté con interés mientras este no despegaba la vista de la pantalla de su celular—¿Iremos de nuevo a "The moth club"?

—Podría ser...—Me contestó distraídamente pues toda su atención seguía fija en el celular en su mano—Aunque, estaba pensando que ir a un bar más tradicional esta vez estaría bien... Ese tonto de Saburota no ha respondido mi mensaje, además entré a su habitación, pero no está ¿en dónde se habrá metido?

—¿Qué tal si lo esperamos un rato en la entrada del edificio?

—Es una buena idea. Vayamos y démosle unos minutos para que responda mi mensaje.

Las notas de mi destino [Dororo AU]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant