De avanzar sin detenerse II: Lluvia

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¿Cómo fue que terminé en esa extraña situación? Ni en mis sueños más locos (o dado que involucraba a mi padre, más bien debo decir que era una pesadilla), creí que tal escena pudiera ser real nunca.

Sin embargo, no era una ilusión, ni un sueño. Que media hora después de encontrarme con mi padre frente a la tumba de mi amada madre, estuviéramos en un lujoso restaurante para comer los dos juntos sin duda cumplía la singular frase: "la realidad supera a la ficción".

Mientras Kagemitsu Daigo partía un pequeño pedazo de su suculento filete y se lo llevaba a la boca sin ninguna prisa, mi pobre estómago se revolvía dado todos los sentimientos que surgían sin tregua en mi corazón.

Observé sin una sola pizca de apetito la crema de champiñones que esperaba en la mesa a ser degustada por mí. Estaba tan contrariado que sentía mis labios resecos y mi garganta cerrada. Aún reflexionando cómo demonios terminé frente a él, una simple y sencilla conclusión que me hizo percibirme exageradamente pequeño llegó a mí: "nunca fuiste capaz de decirle no a tu padre".

Así fue siempre. Desde pequeño mi padre me causó un terrible temor. Dado esto, cuando él me dijo "ven, acompáñame a comer", fui incapaz de mandarlo al demonio y seguir con mi camino. Entre más lo analizaba más me decepcionaba de mí mismo.

El ritmo de mi respiración aumentó su velocidad pues en verdad sentía como si el aire que llegaba a mis pulmones no fuera suficiente. Que esa molesta y cruel voz interior siguiera recalcando mi cobardía, no ayudaba en nada a mejorar mi situación. 

"Eres tan cobarde y patético".  "Hyakkimaru nunca lo hubiera aceptado. Él le hubiera dado un buen golpe a ese imbécil antes que acompañarlo a comer". Reclamo tras otro seguían apareciendo en mi cabeza, revolviendo mis entrañas, hasta que la voz plana de mi padre los desapareció de golpe, regresándome a esa inusual realidad:

—Jamás creí que coincidiéramos en la tumba de tu madre.

La sola mención de mi apreciada madre fue como un poderoso conjuro que me ayudó a que un inesperado valor apareciera de pronto. Me escuché a mí mismo contestarle con un frío sarcasmo. Fui incapaz de creer que fuera yo el que acababa de decir eso:

—Claro, porque es lo más extraño del mundo que un hijo vaya a visitar la tumba de su madre. —Lo observé discretamente. Kagemitsu continuó comiendo en aparente calma, pero no me pasó desapercibido el endurecimiento en sus facciones. Este hecho me animó a añadir aún hostil—: Más bien, lo extraño aquí es que tú vayas a visitarla.

—¿Por qué es extraño que un viudo visite la tumba de su difunta esposa?

—Porque eres una escoria sin sentimientos.

—Siempre amé a Nui.

—¿Ah sí? Pues tenías una forma muy extraña de demostrarlo. Después de todo... ¿no fue en parte tu culpa su tan abrupta muerte? —Kagemitsu dejó clavados en mí unos ojos iracundos. El recuerdo de ese tormentoso suceso en mi vida, ayudó a dejar mi inseguridad atrás por completo. Ahora ya solo existía la rabia que sentía hacia mi cruel progenitor—. Mi hermano mayor me contó lo de las marcas en su cuello, así que no tiene caso que juegues al inocente conmigo.

Nuestro silencioso duelo de frías miradas perduró por un momento más. Conforme los segundos transcurrían, percibía la tensión aumentar en él. Por mi parte, las ganas de darle un fuerte puñetazo en su rostro aparentemente imperturbable, no hacían más que aumentar.

Esperaba cualquier reacción de su parte menos lo que aconteció. Bajó la vista, dejándola posada en la mesa. Sus crueles orbes negros empezaron a percibirse débiles y acuosos. Dejó escapar un pesado y prolongado suspiro antes de volver a hablar con voz rasposa:

Las notas de mi destino [Dororo AU]Where stories live. Discover now