Satoru Gojo

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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз) Satoru x lectora.

εïз)Escenario pedido por AzmerZero y hecho en agradecimiento por su apoyo.

εïз) La primera vez que escribo algo así con Saturo, perdón si no es muy bueno.

εïз)Tiene +18.

εïз)Gracias por todo su apoyo.

εïз)¡Espero que les guste mucho!

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"La luna en tu piel"

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"La luna en tu piel".

La escena cambió. Salió de cama cuando era tarde para llegar tarde a su labor como profesor, alcanzó sus pantalones y zapatos, colocándoselos en un par de segundos tan rápidos como un suspiro.

Observó por el pasillo y el silencio le susurró que la castaña seguía dormitando en la cama, envuelta desnuda entre las cobijas que la noche anterior presenciaron sus ansiosas emociones en acciones candentes.

Suspiró sonriendo débilmente, repentinamente feliz por el estado en que actualmente se encontraba su vida.

Hacía tiempo que se había arriesgado a amar, y en el presente, observando su pasado, solo podía pensar que tal vez se estuvo ahogando en un vaso pequeño con agua de problemas y tabúes impuestos por lo especial de su trabajo.

Él se había prometido protegerla. No le fallaría en ningún momento y por mero deseo de compartir esta vida juntos, tomaría el cargo con el que nació con ambición y verdadera responsabilidad.

Satoru se había distraído en sus pensamientos que evocaban tantas memorias de otras situaciones vividas con la castaña que, en el ultimo segundo, cuando se colocó la venda negra sobre los ojos, fue asaltado por la fémina desde la espalda.

—¿A dónde crees que vas? —escuchó una voz frágil, pegajosa y juguetona a la vez que los brazos de la dueña se le adherían a su pecho desnudo. Había desactivado su técnica.

La castaña se aseguró de no solo sonar juguetona, sino también atrevida y sutilmente demandante. Estrelló con persistencia sus pechos desnudos en la espalda del albino, mientras que adquiría el papel de una pianista experta recorriendo el pecho y abdomen de su pareja con detenimiento, estudiando hasta la última esquina, incluidos sus pezones.

Satoru lanzó una débil risilla acompañada de un suspiro, previo al disfrute de las caricias de una castaña atrevida.

—A trabajar —respondió Satoru, sin perder ese tinte de voz respectivo de él, bañado en un contraste inmaduro, pero profundo.

Ella negó, y cual experta equilibrista, se movió alrededor de Satoru, colocándose frente a él y robándole un largo y lujurioso beso, poblado de los mejores sonidos que solo una verdadera pareja de enamorados puede dar vida.

El albino continuó el juego, aferrándose a las desnudas caderas de la joven, de a poco en poco descendiendo su agarre hasta los muslos. Ella se atrevió a terminar con el beso, apegándose tanto al cuerpo del albino que una llamarada ardiente se coló en sus expresiones.

—¿De verdad quieres ir? —preguntó ella.

El rostro de Satoru gritó la verdad. Si se lo ponían de esa forma, prefería hacer una travesura y faltar un día, pero entendía muy bien el trabajo que tenía con aquel excepcional y divertido trío de amigos.

—Uhm... no sé —respondió—. ¿Por qué debería quedarme?

La castaña formó una sonrisa atrevida, y con cuidado se encargó de quitarle a Satoru su venda para mantener miradas de complicidad. Sin un poco de vergüenza, y siguiendo el ejemplo de su pareja, Satoru la estudió de pies a cabeza, encontrando una encantadora sensación al estudiar los pechos de la chica, sus piernas y aquel suave tacto de su trasero.

Mientras tanto, ella se encargó de frotar sus cuerpos con una lentitud mortal, sabiendo muy bien el estado que había formado en la intimidad de su mayor. El calor de sus cuerpos se unió formando una rosa dulce de esencia que recorrió todas las paredes del sitio.

—Porque me gusta que atrapaste a la luna en tu cuerpo entero —inquirió ella, haciendo honor a su trabajo como escritora reconocida—. ¿Por qué no me dejas amarlo como en la noche? Será un rato de tu tiempo.

Estaba bien seguro de lo apretado que se encontraba abajo y esa persuasión era nueva para ambos. Respondió a ello con una mirada pesada y tras un ataque de besos que se repartieron en el cuello y cuerpo entero de la joven, a tientas se dirigieron a la habitación.

Con cuidado, Satoru se encargó de dejarla caer sobre el lecho. Se desprendió de sus prendas con la misma rapidez a como vistió y esta vez quiso intentar aquello que la volvía loca.

—¿Te importa? —le preguntó y ella sonrió traviesa, atendiendo al silenció y el ambiente.

Satoru se empeñó al tomar la pierna derecha de la joven en repartir ese tipo de besos agresivos que dejaban marcas con humedad. Comenzó por el tobillo y ascendió tanto como para hacerla estremecer al casi llegar a la aperlada y húmeda entrada de la joven.

—¿Por qué no comenzamos por aquí? —propuso Gojo—. Mientras yo me encargó de aquí abajo, puedes tomarte el tiempo de saborear el tono de mis ojos y cabello.

A la sazón y tras estremecerse por la pesadez en la mirada bellísima de Satoru Gojo, él expreso su genuino deleite ni bien sus labios comenzaron su labor compartiendo y disfrutando la humedad, mientras su lengua jugaba un importante papel para dejar a la chica temblando y balbuceando el placer insoportable recibido. 

 

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Una maldición romántica ━ Jujutsu kaisen escenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora