DOS TENEDORES

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Dos tenedores, esbeltos y puntiagudos;

dos tenedores pueden ser arma u ornamento,

útil, sutil o peligroso.

Dos tenedores en sí mismo, nada;

en sí mismo y en potencia, mucho, incluso todo.

Dos tenedores son arma que daña, incluso matan;

dos tenedores, herramienta que alimenta;

dos tenedores, en manos sabias

son o pueden ser un lujo y un tormento.

Dos tenedores, uno sobre el otro enmascaran belleza,

dos tenedores frente uno del otro

riñen y se arañan.

Dos tenedores hábilmente colocados se engarzan

y sus puntas no se hieren, se complementan;

dos tenedores nacidos para dañar, para ensartar,

se amoldan para no herir ni herirse;

dos tenedores se saben hábiles en el daño y en la utilidad.

Dos tenedores ensamblados

generan belleza y necesidad de ser admirados...

O temidos;

dos tenedores eligen la opción a elegir,

y si se dañan a sí mismos dejan de tener sentido.

La conciencia de saberse dañinos no exime de su control,

pero si pese a ello se ensamblan,

logran, sin ser, lo que se espera de ellos;

objetos generadores de sosiego y utilidad

y entonces, juntos son un todo disponible,

y todo ello sin dejar de ser lo que son;

y así son uno sin dejar de ser dos.

Godoylicismos. Los Estados del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora