ME PILLÓ LA POLICÍA

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Hace unos días tomé

en una fiesta unas copas,

no eran muchas ni pocas

eran las que me tomé.

El caso, les contaré:

que era de madrugada,

y con la voz ya cascada

tomé el coche hacia casa;

la boca como una pasa.

¿Qué puede pasar? Nada.

Pero pasó, ¡cierto!, pasó.

Me salté la luz en rojo;

yo que iba como un piojo.

El agente me paró,

me paró y me inquirió

—Se ha saltado la luz roja

¿Sabe? Verde, ámbar, roja;

y le tengo que multar,

pero antes, ¿algo que declarar?

—Sí, que me he tomado unas copas.


Y todo porque tomé

en una fiesta unas copas,

no eran muchas ni pocas,

fueron las que me tomé.


-Mire, agente, ¿no le importa?

Vivo muy cerca de aquí;

déjeme que llegue allí

y la multa que comporta,

no crea que no me importa,

yo la firmaré gustoso.

Este coche es muy costoso,

¿Sabe qué quiero decir?

Que me gustaría ir

a que se quede en reposo.

Imposible convencer

a ese agente concienzudo

que por nuez tenia un nudo

cual mazo de un almirez.

Cara a cara le miré,

y no hubo forma humana

de ver la faz relajada

Godoylicismos. Los Estados del AlmaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt