El infinito no existe. Es solo una palabra ideada por elucubraciones
humanas con el fin de dar por finalizado algo que se precisa dar
por terminado... ¡Pero hubo que inventarla!
El infinito vale para la numeración, para la física, incluso, y en
otro orden de cosas, vale para aplicar al cariño, el afecto, la amistad
y algún otro aspecto más de la vida cotidiana...
¡Te quiero hasta el infinito y más allá!
Al infinito también le damos uso, intentando explicar la
imposibilidad que tenemos de perpetuar en el tiempo, a nosotros
mismos y a los demás; lo hacemos por negación. ¡No podemos
vivir indefinidamente! ¡No podemos perpetuarnos indefinidamente
hasta el infinito, ya sea en la vida como en el trabajo! ¡Lástima!
Alguna vez, deberíamos dejar finito determinados conceptos:
vivencias y circunstancias...
El tiempo, la edad (que no deja de ser tiempo).
Cierto. No podemos pensar en perpetuarnos, pero, a veces,
esta carencia existencial entra en contradicción con una serie de
conceptos cotidianos y de gran valor anímico: compañerismo,
asertividad, compenetración, amistad, proyectos comunes, etc.
¿Romántico? ¡No! Qué va... ¡Práctico!
No me gusta finalizar el postre que deliciosamente estoy
saboreando y que no me sacia, aunque no tengo hambre; no me
quiero despertar del sueño cómodo que me subyuga, me entretiene
y me hace pensar que estoy en otra dimensión. No quiero perder la
compañía del amigo con el qué me entiendo y cuya conversación
es interminable por enriquecedora...
Ni quiero que se vaya de mi vida la mujer que añoro.
Por eso...
No quiero que se vaya el amigo, el compañero...
No puedo ni quiero prescindir
de nada de lo que en mi vida aglutina y da consistencia...
No existe la Utopía; solo la fabricada, fabricada para explicar
todo aquello que encasillamos en lo no posible.
El infinito se explica tal si fuera sinónimo de la Filosofía Pura.
El primero, justifica que los peces no se ahoguen sin charca en la
que nadar, los segundos, para intentar explicar de forma empírica
que no es posible conservar indefinidamente
todo aquello que queremos tener cerca.
La fuerza del imán se agota y hemos de buscar otro norte,
mientras somos atraídos por la nueva fuerza... ¡Nueva!
Infinito y Utopía, son dos palabras malditas...
Por eso se inventó la amistad,
para que esas malditas palabras nos sonaran más cercanas
y, por ende, menos inalcanzables.
Permanecer juntos indefinidamente es una mera utopía,
pero el afecto y la amistad conquistada (o robada),
las hacen mas cercana y alcanzable, más real.
En fin... Filosofía Pura... Muy fácil o imposible entenderse con ella
Todo ello, con el afecto de los que te quieren y te tienen
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Godoylicismos. Los Estados del Alma
EspiritualLibro de cabecera, para leer despacio y encontrar las similitudes que cada una de las almas tienen. Cada unos de los relatos, cortos o largos, pudiste escribirlos tú. Como cada alma, seguro que has sentido. Dime qué tipo de sentimiento y quizá haya...