CAPÍTULO 15

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Lucas quería bajarse el bochorno con algún baño de agua helada, similar a la ocasión en que se arrojó al río Pánuco en busca de un freno a su temperatura

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Lucas quería bajarse el bochorno con algún baño de agua helada, similar a la ocasión en que se arrojó al río Pánuco en busca de un freno a su temperatura. Se sacudió la camisa como si deseara desprenderle todo lo que la hacía tan caliente, aunque muy en el fondo entendía a la perfección que eran sus miedos los que lo acaloraban. Incluso le costó trabajo moverse de vuelta a donde estaban los demás; le pareció haber observado sombras que lo acechaban y susurros que se degustaban por molestarlo. Tuvo que pausarse por completo, pues no podía dejarse estar así. Había sido demasiado, así que una voz (su propia voz) le susurró lo único que necesitaba resonando al exterior:

―¡Aarón... ! ¡Aarón, Aarón, Aarón! ―Se lo mencionó tantas veces como le fue necesario para tomar fuerzas.

Respiró profundo y vislumbró el miedo. Sabía que no era la voz ajena la que lo atemorizó. No, era su preocupación por lo que viniese después de eso, y sobre todo, el ver a su hermano envuelto en aquel misterio peligroso que comenzaba a hacerse latente en su vida. Así lo sospechaba. Sin embargo, no tuvo otra alternativa que hacer lo que mejor había aprendido en siete años de maestría callejera: abrió de nuevo la mirada a la vida, con ese destrozo de errores y bonche de fracasos que siempre terminaban acumulándosele... Entonces inhaló profundo y creyó que al final todo saldría bien.

Tan pronto como regresó al interior de la cruz roja, Lucas no batalló en encontrar a su amigo en compañía de Daniel, conversando fuera de la habitación como si hubieran arreglado sus diferencias. Al parecer, su tiempo lejos de ellos había dado espacio a una reconciliación inesperada o alguna especie de acuerdo de paz.

Apresurado, y con el esfuerzo de retener toda la información que le había proporcionado el tal Váitrex, no vaciló en contarles lo ocurrido. Pero, al ver cómo se avecinaba este, Iker cortó su inspiración, ya que también tenía algo importante que decir.

―¿Lucas, dónde estabas? Te anduvimos buscando.

El muchacho desaceleró las ansias y ordenó sus palabras para poder compartirles lo que había pasado.

―Fui a dar una vuelta; necesitaba agarrar aire. Pero, no importa, hay algo bien cabrón que tengo que contarles.

―Él también ―intervino Daniel, serio.

―¿Qué pasó? ―inquirió, echando la mirada a los dos.

―Tenemos fuertes sospechas de que Alan nos traicionó ―soltó Iker de golpe.

Como ya le era costumbre, a Lucas le extrañó, pero no le resultó nada sorprendente que algo así surgiese tan de repente.

―¿Por qué lo dices? ¿No ha regresado o qué?

―No, no volvió. Yo lo fui a buscar, aprovechando que me sacaron. Como no lo encontré usé el cristal para buscarlo, pero descubrí que se había ido con gente... mala.

―¿Gente «mala»?―preguntó Lucas con cara de circunspecto.

―Dice que se fue con gente que conocía mi papá ―interrumpió Daniel a la distancia, notoriamente reacio a aceptar ese hecho. Sin embargo, mantuvo la calma y disimuló que no le afectaba.

Gárdeom: El legado de las estrellasWhere stories live. Discover now