CAPÍTULO 21

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El natural corte en la voz que a Lucas se le formaba cuando deseaba gritar, fue vapuleado de una sentada

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El natural corte en la voz que a Lucas se le formaba cuando deseaba gritar, fue vapuleado de una sentada. Había sido lejos el lugar en donde cayó Iker, quien, con un par de brazos tambaleantes, sostenía a un Aarón pálido y escaso de vitalidad. Lucas dejó a un lado el interés por la misteriosa mujer y acudió al rescate como el hermano sobreprotector que era. Alan quedó impactado y no dudó tampoco en asistirlo, mientras que Daniel, tras pensarlo dos veces, prefirió quedarse estático a un lado de la mujer, vigilando que no fuera a ningún lado como había sucedido con el otro sujeto.

―¡Aarón! ―gritó desafinando, con un hormigueo recorriéndolo conforme se acercó lo suficiente para apreciar con claridad a su hermano.

Se barrió de rodillas sobre la arena y quedó en esa misma posición, con los brazos debajo del niño para atraparlo y descenderlo con cuidado sin ser golpeado. Alan sujetó las piernas y maniobró con ellas, pues, aunque no lo decía, Lucas apenas y era capaz de soportar ese compacto pero brumoso peso para él.

Iker respiró al liberarse y agradeció un poco que lo alivianaran con eso. Aarón, aunque no era para nada gordo, gozaba de una estatura pronunciadamente mayor al promedio de los niños de su edad, aportándole así unos huesos mucho más toscos de cargar.

Y ahí estaba, pálido y sin fuerza alguna o señal de que notase la presencia de su hermano junto a él. Lucas no pudo más y empezó a llorar sin freno.

―¿Ese quién es? ―preguntó a lo lejos la mujer hacia Daniel.

―Su hermano, ¡carajo! ―aprovechó para exclamar con toda la sorpresa que le causaba ver dicha escena conmovedora y grotesca―. ¿Cómo mierdas lo sacaron del hospital?

Y al mismo tiempo notó de reojo cómo esta solo analizaba todo con una mirada calculadora y fría.

―No se ve muy sorprendida ―acuñó, respetuoso y reticente.

―En este estado no es probable que muchas cosas me resulten sorprendentes.

No dijeron más y continuaron mirando.

―Deberíamos ir a ayudar ―sugirió Daniel, esperando una negativa por su parte.

La mujer lo sorprendió una vez más y se perfiló para ser ella quien diera los primeros pasos hacia adelante. Daniel no optó por retractarse antes de que la otra lo hiciera, no sin antes emitir una llamada a Estela, de quien, a la brevedad, esperaría recibir una buena explicación de lo ocurrido, con ella como centinela del niño que tenía ahora frente a sus ojos.

Lucas se hundió más y más sobre sus rodillas conforme revisaba cada una de las partes del cuerpo escuálido de su hermano. Tardó unos cuantos segundos en examinarlo de pies a cabeza antes de que exhumara de su boca la pregunta del millón.

―¿Qué hace aquí? ¡¿Por qué lo trajiste?! ―Resonó mucho más molesto de lo que él hubiese querido, pero de igual forma no escatimó en soltarse.

Gárdeom: El legado de las estrellasWhere stories live. Discover now