Capítulo 22.

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El público empezó a saltar, complicando mi salida. Seguí avanzando con cuidado de no pisar a nadie, y me detuve al encontrarme a la persona que menos esperaba ya en el concierto de Panteras doradas. Estaba delante de mí; sujetando una rosa negra entre sus dedos. Sonrió, e intentó tenderme el pequeño regalo que llevó junto a él.

Cerré los ojos en varias ocasiones, pensando que se trataba de un sueño y que Axel no estaba delante de mí. Quedamos uno delante del otro, a un par de pasos. Mis canciones favoritas dejaron de tener sentido cuando lo vi a él.

—No me acosté con Jess.

— ¿Qué?

—Fui un cobarde.

— ¿Por no acostarte con ella?

—Por no decirte que me gustabas.

Miré a nuestro alrededor, notando que varios ojos no desviaban la mirada. Tenía que quitarme la obsesión de que la gente estaba pendiente de mí, cuando era lo más normal que miraran por todas partes.

Axel se acercó, y con una sonrisa traviesa agarró el borde de la falda que llevaba. Solté un grito ahogado al sentirlo tan cerca de mis labios. Quería detener su muñeca, pero no se lo impedí, al contrario, mis manos se acomodaron sobre su pecho.

—Te dije que no besaba a cualquiera.

Había demasiada gente.

Tenía miedo a que me besara de nuevo.

El problema es que no podía, por mucho que lo deseara.

—Axel...

Traté de apártame pero Axel me sujetaba; me abrazó y mis manos dejaron de luchar en el momento que quedaron detrás de mi espalda. Su cuerpo se pegó al mío, ahogándome en la ola de calor. Sus labios interrumpieron mis palabras. El beso aumento, y parecía que nunca movería mi boca contra la suya. Sentía como mis dedos intentaban apartar los suyos del alrededor de las muñecas, y él solo adentró la lengua en busca de la mía. Al gemir, me di cuenta que se había acabado todo; me gustaba demasiado como para preocuparme si los demás podían vernos o no.

Me liberó, y pasé de inmediato mis brazos alrededor de su cuello. Las manos de Axel quedaron alrededor de mi cintura, alzándome hasta que las piernas rodearon su estrecha cintura. Deslizó la mano por mi espalda, tirando del abrigo negro hasta tocar mi piel.

Reí cuando me aparté de sus hinchados labios.

—Pareces confundida.

Apartó mi cabello de las mejillas.

— Es el primer beso que comparto rodeada de tanta gente.

— Me alegro de ser el primero, Zoe.

— Me alegro que hayas venido.

Dije, y volvió a besarme.


Bienvenido, GamberroWhere stories live. Discover now