Bienvenido, Gamberro

Capítulo final

Subí las escaleras, y cuando quedé delante de su habitación, me detuve al verlo pegado al teléfono, hablando lentamente, como si las palabras no salieran de sus labios. Se dejó caer a la cama, y lo vi temblar. Estaba llorando.

Quedé arrodillada delante de él, y toqué sus mejillas intentando aliviar su dolor. Me miró con tristeza; estaba destrozado; hundido.

—Axel...

—Ha muerto. Un paro cardíaco.

— ¿De quién hablas?

Limpié sus lágrimas, pero apartó mis manos de su rostro.

—Mi m-madre. La he perdido.

Claire.

La habitación de Axel empezó a dar vueltas a mi alrededor; me sentí mareada, a punto de caer contra el suelo. No podía creerlo, y más cuando yo misma la vi tan feliz semanas atrás.

Axel se levantó de la cama, cogió un par de cosas de sus maletas, y se dirigió hasta la puerta.

— ¿A dónde vas?

—Lejos.

—Axel, lo siento mucho...

—Ya no me queda nada en esta vida —en ningún momento me miró. —Lo mejor es que me vaya.

— ¡No! Dijiste que no me abandonarías.

—Pues te mentí.

Que estuviera roto por dentro, no le daba ningún derecho en decirme que mentía.

Él siguió avanzando.

— ¡Se acabó!

Dije sin pensar.

—Pones punto y final a una relación que ni siquiera ha empezado.

Caí al suelo ante su respuesta. Vi cómo me dejaba allí; sola; triste; y con el corazón roto.

Habían pasado horas desde la discusión con Axel. Me levanté de su la cama; la cual usé para dormir unas cuantas horas. Bostecé estirando los brazos, y miré por toda la habitación con la esperanza de verlo a él. No estaba. No volvió.

Me levanté con la intención de abandonar la habitación que había vacía sin Axel.

Mis padres no sabían nada, pero entenderían la huía de él si se enteraban que Claire falleció esa misma mañana.

Adentré mi cuerpo en el interior de la habitación, y cogí la nota que había sobre la almohada.

Era de Axel.

Arrugué la hoja entre mis dedos.

« ¿Tan difícil es intentar quedarte a mi lado? » —Pensé. «Vuelve a mí. Déjame curar tus heridas.»

— ¿No ha llamado?—Dijo mamá.

Un movimiento de cabeza fue su respuesta. Desayuné un poco más, dándole un mordisco a la tostada que me había preparado. Mi madre tenía la mirada perdida en el teléfono. Axel llevaba dos semanas sin volver a casa.

Santos no sabía dónde estaba; Louise lo buscó por su antiguo barrio; Jessica lo llamó en varias ocasiones...y yo...llegué a buscarlo en el sitio donde se refugiaba cuando estaba mal. No lo encontré.

Axel nos había abandonado.

Y por una parte lo entendíamos; estaba destrozado.

Su madre, esa mujer que quería por encima de todo después de lo que pasó años atrás, lo abandonó sin poder despedirse de él. Claire seguramente, antes de cerrar los ojos y que su corazón dejara de latir, susurró el nombre de su pequeño ángel. Axel le daba la vida, incluso cuando se le apagó.