Capítulo 23.

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—Sé que no es el momento —murmuré— pero gracias por no haberte reunido con Derek.

—Que no haya ido no significa que no tenga algo pendiente con él —dijo entre dientes, entrelazando los dedos con los míos.

— ¿Me estás diciendo que te vas a pelear con él? —Estaba furiosa, pero aun así no solté su mano. — ¿No era mejor ignorarlo?

— ¿Ignorar a alguien que hace daño a los de mi alrededor? —Entonces desprendió su mano de la mía. Habíamos pasado de estar cariñoso, a enfadarnos mutuamente. —La gente como Derek debería de recibir lecciones mensuales.

Enarqué una ceja.

—Eso mismo dijiste una vez de mí.

—Dije que tu vida era perfecta.

Crucé mis brazos bajo el pecho.

—No me conoces. ¡Deja de decir que mi vida es perfecta!

Grité.

Él seguía viéndome como una "princesa".

—Claro que sí —intentó tocar mi mejilla, pero lo detuve. —Unos padres maravillosos; una casa espectacular. Zoe, tu vida es más que perfecta. Es lo que cualquier persona de la calle desearía tener. Por eso viven de sus sueños.

De repente no podía respirar.

Parecía que el día había llegado.

Que de una vez por todas, Axel conociera realmente a la Zoe con la que convivió unos meses.

Él no borraba esa sonrisa cada vez que hablaba de mi vida. Sí, el sufrió más que yo, y por supuesto no igualaría su trise historia...pero mi pasado era similar al suyo, así que estaba cansada de que me mirara como si yo tuviera aires superiores a los demás.

— ¡Retíralo!

Parecía dispuesto a echarse a reír, pero cuando me vio a punto de llorar, solo negó con la cabeza.

—No voy a negar una realidad. Lo siento, Zoe, pero no.

Apreté los labios, deteniendo algo que estaba a punto de estallar. Mis puños se cerraron, y sentí como las uñas pintadas de negro se clavaban en la palma de la mano. Temerosa, alcé la cabeza encontrándome con su mirada, la cual hablaba por si sola: —Pobre niña caprichosa.

— ¡Soy como tú!

Él enarcó una ceja.

— ¿Una persona?

¿Por qué no veía la realidad?

Una oleada de rabia invadió mi cuerpo. Los puños dejaron de estar a cada lado de mis caderas, para dirigirse directamente sobre su pecho; lo golpeé. Axel no sintió dolor, solo me detuvo.

— ¡Adoptada! Soy adoptada como tú —lágrimas humedecieron mis labios. Mantuve la garganta seca hasta que tragué saliva para hablar. —Mis padres no son mis verdaderos padres. La mujer que me dio la vida, me abandonó. ¿Qué hay de perfecto en eso? ¡Eh! Me enteré de ello a los diez años. ¿Sabes cuánto sufrí? ¡No lo sabes!

La cara de Axel cambió por completo.

Se hundió ante sus palabras.

»—Mi propia madre me abandonó. Ivette y Norman solo aceleraron el trámite de la adopción gracias al dinero. Les debo la vida —fui apartándome lentamente de su lado. —Si en algún momento te odié, fue porque temía a que tú te quedaras con ellos. Si yo en algún momento te juzgué...tú hiciste lo mismo conmigo.

—Zoe...—me nombro, con un tono triste.

— ¿Nunca te has preguntado por qué mi madre sufre tanto? Ella no puede tener hijos. Nunca ha podido.

Ivette era una gran mujer. Era injusto que la vida no le hubiera dado lo que tanto deseaba; un hijo al que cuidar.

Axel intentó detenerme, pero me aparté de su lado, huyendo de mi propia habitación bajo su atenta mirada. Me encontré con mi padre, y sin decirle nada, salí corriendo. Quería perderme en cualquier lugar que no me señalaran con el dedo solo por llorar. Necesitaba refugiarme con alguien que me entendiera. Deseaba ser una chica normal, y que no me vieran como la hija de los Kizer, esa afortunada que tenía dinero gracias a sus padres de adopción.


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