Capítulo 9.

134K 8K 913
                                    




—...que tienes un carácter difícil de dominar. Vamos, hermanita, —me guiñó un ojo—los dos sabemos que no serás capaz de cambiar. Eso no te haría ser única.

Quedó ahí, sentado delante del coche arreglando alguna pieza engrasada. Una vez más frotó sus dedos en el trapo que sostenía, y al darse cuenta que lo seguía observando, de sus labios se asomó una sonrisa burlona. Era capaz de hacer cualquier cosa por mis padres. Y si entre ellas tenía que respetar a Axel, lo haría. Bajé el rostro con las mejillas sonrojadas, y cuando giré sobre mis cómodos zapatos, su risa me detuvo.

A unos pasos de mí, Jess seguía cruzada de brazos esperando a que él se acercara hasta ella para contarle todo lo que pasó. Al parecer añoraría su calor por las noches. Sus cejas cayeron, y apretó los labios malhumorada al notar que Axel volvió a levantarse del suelo, y pegó su desnudo torso contra mi espalda.

No me moví, pero realmente me incomodaban sus dedos atrapando mi cabello. Lo dejó a un lado, dejando al descubierto parte de mi cuello. Su respiración acarició mi piel, y cuando estuve a punto de protestar, él habló.

—Eres una buena chica —dijo calmado, a diferencia de otras veces. Era como otro Axel. El chico que muy de vez en cuando dejaba a la luz un lado bueno, bondadoso. —No cambies nunca —susurró, casi tocando mi oído con sus labios. Se apartó un poco, y con una sonrisa esperó a que me retirara del garaje. Me mantuve unos segundos más, dudosa. —Te veré en clase, Zoe.

— ¿Sufres de bipolaridad?

— ¿Crees que me medico?

Gran pregunta.

En el segundo cajón de su mesita de noche, había cientos de pastillas multicolores que podían cambiar tu forma de ser durante unas horas. Él me prometió en su momento que no se drogaba, pero había personas que eran medicadas por especialistas ante sus cambios de humor.

Axel dejaba bien claro que esa era su forma de ser. O al menos que intentaba luchar contra su pasado, algo que lo volvía más estúpido, y miedoso a la hora de abrir su supuesto corazón. Él temía las humillaciones. Vivía el pasado cuando nombrabas una palabra que a él le afectaba demasiado.

Miré de refilón el torso desnudo del gamberro...no había ningún tatuaje. Salvo espalda, y brazos; allí había una gran cantidad de dibujos que tapaban su piel, que ante sus ojos era una coraza para ser más fuerte.

— ¿Jessica te da paz?

Todo eran preguntas sin respuesta.

—Aún no hay nadie que calme mis miedos—las cejas de Axel se alzaron. —Más bien me relaja. De una forma ardiente, y jodidamente excitante.

Ahí estaba de nuevo.

Bienvenido, gamberro.

Lo peor de todo es que tenía que tener cuidado con mis palabras, para que Axel no se lo tomara como un ataque. Así que me limité a sonreír dulcemente, a ser la niña que adoraban mis padres.

—Mientras que la respetes, todo estará bien.

Él terminó por quitarme la última mancha que cubrió parte de mi pequeña nariz. Lentamente paseó el dedo por el puente, y al terminar, respondió con un tono gracioso.

—Sigues juzgando a las personas por el físico, princesita. ¿Quién te ha dicho que no me tome en serio ésta relación con Jess? —Eso era increíble. —Respeto a las mujeres, y cuando estoy con una, las demás dejan de existir —se dio cuenta que mis labios formaron una o. —No te pongas celosa. Solo si eres buena, merecerás una parte de mi corazón.

Bienvenido, GamberroWhere stories live. Discover now