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Liviana Johnson, hija del conde de Hamilton, lleva enamorada de Marcus Livingston, duque de Agnes, desde que tenía quince años. Luego de su presentación en sociedad, Liviana da lugar a un acontecimiento c...
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Tres años habían pasado desde que su esposa se había ido al campo, habían sido los mejores tres años de su vida, viviendo como quería y con quien quería. Miraba por la gran venta de su habitación, mientras que en su cama dormía una Emma desnuda después de haber pasado una noche muy movida. Durante todo este tiempo había vivido en su casa de soltero con Emma, y claro, a escondidas, aunque todos sabían de la relación que mantenían ellos dos, ya no era un secreto para nadie. Solo esperaba que su esposa atendiera a su llamado para poder anular su matrimonio.
Esperó que el sol diera su primera vista y que la mañana se aclarara aún más para acudir a la residencia de sus padres, tenía preparada una reunión con su padre, justamente para atender los papeles que le cederían el título que le correspondía por derecho. Estaba más que feliz, sabía que obteniendo el título de Duque de Agnes, tendría derechos y libertades a unas ciertas cosas más, como por ejemplo la anulación de su matrimonio con Liviana, en el fondo no quería perjudicarla, trataría por todos los medios de buscarle un buen esposo que la mereciera, había pensado que no tenía caso mantener ese odio y rencor cuando ya había pasado tanto tiempo.
-Marcus - la voz de Emma sonó a su espalda -. ¿Qué haces levantado tan temprano?
-Tengo una reunión con mi padre en unas horas, y sabes que no me gusta hacerlo esperar - respondió él.
-Espero que por fin sea para cederte el título de duque, hemos esperado mucho, ¿sabes si la gorda de tu esposa vendrá para la anulación? - Marcus frunció el ceño al escucharla hablar así, no le gustaba que la ofendiera, en su tiempo también lo hizo, pero en su defensa era porque la odiaba en aquel entonces, ahora solo la veía como una mujer que ha sufrido desde pequeña y que sólo buscaba cariño.
-No lo sé, aun no me ha dado respuesta.
-Vuelve a insistir, y si es necesario búscala - indicó Emma.
Marcus no respondió, solo decidió cambiarse para ir a reunirse con su padre. Dejó a Emma en la cama para que siguiera durmiendo y salió de su residencia de soltero para dirigirse a la de sus padres. Al llegar fue recibido por el mayordomo quien le comunicó que su padre lo esperaba en su despacho, preguntó por su madre, pero la respuesta que obtuvo fue la misma de siempre: «En su habitación descansando». Ya comenzaba a pensar que su madre lo estaba evitando. Al entrar al despacho se encontró con su padre y el abogado Wroth, quien resultaba ser también su cuñado, su hermana se había casado el año pasado con Diego Wroth, Conde de Granard, pero este había estudiado derecho por decisión propia.
-Buenos días - saludó a los presentes.
-Hijo, imagino que debes saber para que te cité - dijo su padre y el asintió en respuesta -. Sabes que ya estoy mayor y quiero descansar unos años antes de morir. Ya es tiempo de que te hagas cargo de los negocios familiares y del ducado.
-Estoy de acuerdo, padre.
-Y también es hora de que te responsabilices y le des un futuro heredero al ducado, además, tu madre y yo queremos nietos, tu hermana aun no los tiene, y tú tampoco, ¿esperan que muramos para engendrar hijos? - el duque y el abogado rieron pero a Marcus no le hizo mucha gracia eso de tener hijos, claro que quería, pero con la mujer que ama, y sabía que sus padres solo aceptarían un hijo legítimo concebido durante su matrimonio con Liviana.
