Capítulo 27

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Su mirada frívola recorrió todo el lugar, viendo con flojera a las strippers que ensayaban una nueva coreografía. Y también veía a las recién llegadas. 

—Deberías dejarte de estupideces y seguir buscando a la mocosa—sus labios se curvaron en una sonrisa burlona cuando escuchó a su hermana a sus espaldas. 

—Por si no te has dado cuenta, tiene cuatro meses que la mocosa dejó de vivir con la drogadicta de su madre.  

—Me he dado cuenta. Pero no debe tener muchos lugares donde pueda ir—dijo la pelinegra con ese aire de desinterés. 

Bob negó con la cabeza y sonrió mientras caminaba en dirección a la barra para beber un whisky—. Deberías olvidarte de ella, no creo que la encuentres más.  

—La vas a encontrar con los peleles esos de Kiss—soltó Roxán con exasperación, y Bob la miró con sorpresa—. ¿Qué? A diferencia de ti, yo si he intentado localizarla y he mantenido comunicación con el asqueroso ese de Bogart—comentó sentándose a su lado y pidió al barman una copa—. Están de gira... y tú deberás ir a buscarla a cada maldito estado de este país. 

Bob se tomó de dos tragos el vaso de whisky y negó—. Estás loca, puedo conseguirte cualquier otra tipa que se parezca a Shandi y fin, se acabó el problema—dijo dispuesto a terminar con todo ese problema—. Me he aburrido y también estoy cansado de todo esto, te puedo apostar que cuando ella regrese a estos barrios no será la misma y asustadiza chica que vio morir a esa negra de cuarta. 

Ambos comenzaron a reír cuando recordaron la situación de Nasha.  

—Puede que tengas razón... 

—Y nada te garantiza que siga siendo pura—se burló Bob, viendo como su hermana fruncía el ceño a través de sus lentes—. Estoy seguro que se revuelca con todos esos musiquillos... no creo que sea tan inocente.  

—Pues no me interesa—dijo la muchacha—. No sé cómo piensas hacer para traérmela, pero yo estoy dispuesta hasta sacarle todo provecho-. 

—Ya déjalo, carajo, me tienes harto—dijo el barbudo y se levantó de su asiento—. Siempre que vengo a este lugar, me estás jorobando con lo mismo. 

—Entonces has lo que te digo, tarado—dijo la pelinegra comenzando a molestarse por la actitud de su hermano—. Si lo dices por el dinero, no hay problema, si te hace falta me dices o le decimos a papá... ¿Es por eso que te pones así no? 

Bob negó con la cabeza y tomó su saco. 

—Buscaré dónde se presentará la banducha esa e iré a traerte a esa mujer, para que dejes de joder. 

Tras decir aquello se fue y Roxán sonrió complacida, su hermano siempre hacía lo que ella quería. Era cierto que Bob podría tener razón respecto a la rubia, pero ni así le quitarían la oportunidad de tener mercancía nueva, además nadie tendría porque enterase de que ya no era pura. Cuando la tuviera primero le enseñaría a respetar y hacerla pagar por todo el tiempo perdido. Y después la pondría a reponer todo el tiempo que se largó y rechazó su magnífica propuesta. 

—Ya me las pagarás, mocosa.        

Bob caminó con despreocupación por las sucias calles de ese barrio... South Bronx era una cloaca gigante innecesaria para Nueva York, pero era uno de los lugares en donde la policía ni siquiera asomaba sus narices y tampoco se inmiscuía en los asuntos de su hermana ni los suyos propios. Por eso es que de cierta manera le daba lo mismo tener que recorrer esas calles ya fuese a pie o en su lujoso coche.

Engalanado en un traje ejecutivo de pantalón negro recto, zapatos bien boleados, una camisa blanca, un chaleco del mismo color que su pantalón, y una corbata le daban un aire imponente para toda la gente que pasaba por allí. Disfrutaba mucho cuando le bajaban la mirada como señal de temor o respeto según fuese el caso.

Broken Heart| Paul StanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora