Capítulo 6

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Justo cuando Donna Eisen llevaba de los cabellos a su hija una pequeña personalidad observaba todo con cierta pena e incluso fue ignorada por las dos féminas. Segundos después se escuchaban objetos ser lanzados ante las paredes, insultos y un par de gritos de la menor dentro de ese departamento.

Realmente no quiso estar en los zapatos de aquella niña de lentes con fondo de botella. Se quedó callada hasta que todo en ese piso se quedó en total silencio. Sentada en las escaleras vio salir a una pequeña niña rubia.

Se quitó los anteojos para limpiarse las lágrimas que empañaban los cristales, sin prestarle total atención.

Sollozó sin poder evitarlo mientras salía de su casa, otra pelea con su madre. Una más... sabía que no sería la última, sentía que con cada golpe que Donna le daba una parte de ella se rompía y dolía mucho en el centro de su pecho.

¿No podía preguntarle al menos si estaba bien? 

Tan solo le hubiera gustado que le preguntara eso, no pedía más. Ni siquiera tuvo el valor de decirle a Donna cuando Robert Bowers intentó violarla esa noche en el callejón, más que alarmar a su madre estaba segura que esta se hubiera regocijado con aquel acto tan despreciable. 

Por eso no pudo decirle nada y ahí... en la esquina del autobús había dejado a su compañero, una de las pocas personas que no la trataban mal. El chico le agradaba mucho porque no la despreció...

"¡No vas a regresar a ese maldito colegio! ¿Entendiste?". En su mente resonaban las palabras crueles de su madre una y otra vez, mientras bajaba por las escaleras del edificio, no quería estar ahí.

Además, tenía que darle una explicación a don Juan por no haber regresado a la licorería.

"¿Creíste que no me iba a percatar de tus desapariciones por la mañana? ¿Crees que soy estúpida?". Luego de eso, sintió el escozor sobre su cabeza al ser prensada por los cabellos y zarandeada, después su rostro se vio agredido por las uñas de su propia madre.

—Y tonta pensaste que ibas a poder dedicarte a la música—dijo con ironía y amargura para sí misma—. Qué tonta fuiste Shandi, tú no estás destinada a brillar...

—¿Realmente piensas eso? —una voz llamó su atención mientras se detenía antes de llegar a las escaleras.

Shandi le miró un poco escéptica—. ¿Qué? ¿Quién eres tú? —preguntó tras mirarla un momento, era la chica que se había mudado esa mañana al departamento de al lado. 

Al observarla se dio cuenta de que no eran muy diferentes, ambas vivían en el mismo hoyo. En uno de los tantos barrios de South Bronx y la miseria estaba impresa en el rostro de ambas adolescentes.

—Disculpa que me meta... pero no pude evitar escucharte. Y yo no pienso que estés destinada al fracaso—se acercó para presentarse, extendió su mano hacia Shandi y le dijo con una sonrisa—. Un gusto, mi nombre es Nasha Johnson.

Dudó un poco en estrechar la mano de la recién conocida pero al final entrelazó su mano con la de la niña—. Shandi Donnelly...—dijo con desconfianza.

Ambas mantuvieron el tacto por unos segundos. 

—Qué lindo nombre—contestó la morena—. Perdón por meterme en tus pensamientos pero... ¿No crees que estás siendo un poco dura contigo? —siguió sonriendo al recibir la mirada confundida de Shandi—. Yo pienso que debes luchar por lo que quieres y no dejar que te traten de esa manera.

—¿Tú qué sabes? —preguntó la rubia de mala gana—. Ni siquiera me conoces...

Nasha asintió y volvió a sonreír mostrando sus blancos dientes—. No, no te conozco pero puedo entenderte y darme cuenta que vives el mismo infierno que yo y el de muchas personas que viven a nuestro alrededor ya que bueno... la situación si es dura aquí—se río suavemente llevando una mano a sus labios—. Pero a diferencia de muchas personas yo sé lo que valgo y aunque a veces pueden ser crueles y duras sé que algún día esto tiene que cambiar.

Broken Heart| Paul StanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora