Secretos y mentiras

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...

—¿Neela?— la llamó una voz a su espalda, la cual logró hacerla pegar un brinco por la sorpresa, confundiéndose al encontrarse con Cassandra, quien traía su varita en mano conjurando un Lumos —¿Qué haces ahí abajo?.

—Er...— se levantó tan rápido como pudo, consiguiendo marearse por el repentino acto —Se me cayó mi varita— mintió mostrándosela, alejando a la pelirroja de la oficina de Dumbledore ya que no quería que las escucharán hablar —¿Qué haces despierta?.

—Oh, Lucius no deja de patearme, por lo que no logro dormir, así que pensé que lo calmaría si salía a dar un paseo— le respondió, Neela aún no sentía las patadas de su bebé, y era de entenderse, ya que Cassandra tenía un mes y medio más que ella, así que le faltaba poco para cumplir los siete meses, y a ella no le había importado que toda la escuela ya lo supiera —¿Y tú, es muy tarde?.

—Antojos— volvió a mentir, relajándose cuando estuvieron lo suficientemente lejos de donde se encontraba Tom y Albus.

—¿Aún no tiene nombre?— preguntó la pelirroja guardando su varita en el bolsillo de su suéter, prosiguiendo a acariciar su barriguita.

—No, Tom y yo no podemos decidirnos aún, pero tenemos cinco meses para pensarlo bien— dijo sonriente, observando a su cuñada formar una mueca en su rostro —¿Está volviendo a molestar?.

—Lo hace todo el día— respondió irónica ella, deteniéndose para recargarse en la pared y cerrar los ojos como si se quisiera concentrar —Apuesto que lo heredó de su padre, mi madre me contó que conmigo tuvo un embarazo tranquilo.

—¿Ya se les pasó el coraje?— Cassandra asintió con una sonrisa de lado.

—Mayormente a mi madre, mi padre sólo me la perdona porque es varón— rio volviendo a formar otra mueca de disgusto.

—Ven, creo que puedo hacer algo para ayudar— le ofreció su mano y la dirigió hasta la sala de menesteres, ayudándola a sentarse en el sillón —Nunca he hecho esto antes así que no prometo nada.

—Lo que sea para que este pequeño...— Cassandra suspiró, haciendo su mejor esfuerzo para no decir "engendro" —Se calme.

—De acuerdo...— murmuró para sí misma, colocando ambas manos en el vientre de la pelirroja, sin poder evitar formar una sonrisa cuando sintió las leves pataditas de su sobrino.

Cerró los ojos, y a pesar de las claras indicaciones de Tom para que no usara su magia, lo hizo, y pudo ver a duras penas el interior del vientre de su amiga como si fuera un ultrasonido, sentía como él se movía inquieto dentro de ella.

Así que trató de calmarlo, empezando a tararear una canción de cuna mientras trataba de relajar los latidos de su corazón que se empezaba a desarrollar, y poco a poco se dejó de mover.

—Te daría toda la bóveda de mi familia si haces eso otra vez— dijo la pelirroja asombrada, soltando un suspiro de cansancio mientras
cerraba los ojos —Hace cuatro días que me despierto cada dos horas en la noche y no consigo quedarme dormida.

—Puedes acostarte en la cama y dormir aquí, si quieres— repuso la rubia, tomando rápidamente un pañuelo para limpiar la sangre que salía de su nariz cuando Urquart no se dio cuenta.

—¿En serio?— preguntó sorprendida como si la estuviera invitando a mudarse con ella —Porque sería fantástico descansar de mis compañeras de cuarto tan siquiera por una noche.

—Entonces así se hará, a Tom no le molestará, pues supongo que será bueno hablar con alguien que comparte mi condición y puede enseñarme— repuso sonriente y Cassandra asintió caminando hasta la cama sin esperar invitación, pues verdaderamente estaba cansada —Que descanses.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora