A su ritmo

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(Pequeño recordatorio de que esta historia es R18)


En una cafetería cerca del club, una dama de hebras canosas tomaba una taza de café americano, sentada a las afueras sobre un balcón que daba vista a las ruidosas calles de la ciudad, con el sol despidiéndose en el horizonte en un sin fin de matices cálidos, y una sonrisa de oreja a oreja plasmada en su rostro

Al cabo de unos segundos, dos ostentosas camionetas blancas aparcaron frente al sofisticado local, bajando múltiples caballeros que se adentraron al lugar de inmediato, minutos después, aquella jauría de hombres se posicionó atrás de ella, sobresaliendo uno en específico, de cabello negro y varias perforaciones sobre su rostro.

"Tenemos a los tres, mi señora, dos chicos de 15 años y uno de 16, esperamos sus órdenes" con aquellas palabras, la sonrisa de la mujer se hizo más extensa; irguiéndose de inmediato con ayuda de un bastón de madera oscura.

"Manden a esos chicos a la casa principal" Y con eso dicho, lanzó un par de billetes sobre la mesa, marchándose mientras dejaba un rastro de su perfume dulce.

Al abrirse las puertas del elevador, la vista otorgada al par de orbes verdosas fue gratificante, la iluminación era poca, sin embargo, podía ver con claridad detalles que al principio habían pasado desapercibidos, los mosaicos que se formaban en la alfombra bajo sus pies, los escasos candelabros que daban una iluminación tenue; alzándose con elegancia, los espejos que rodeaban todo el lugar y los pares de cuadros sobre los postes.

Miró maravillado el lugar, sintiendo a su vez como la presencia del rubio se alejaba de él, caminando con la cabeza en alto hasta la barra que lo había condenado en un principio, y solo en ese momento, recordó el mal que estaba haciendo, miró por todas partes, sin embargo, la mano de Katsuki lo tomó, guiándolo hasta donde estaban sus cosas "Vaya Déjà vu" pensó.

Ambos tomaron asiento sobre los taburetes, aunque Midoriya se hallaba sentado dos asientos alejado del rubio, pero él no le dio importancia, pues se hacía una idea del porqué. Lo vio levantar la mano, saliendo a los segundos un hombre mayor de cabello negro y una pequeña barba, con su expresión un tanto cansada; pareciendo insatisfecho con la vida misma.

El mismo hombre sacó un vaso de la parte inferior de la barra, escarchándolo con un grano blanco; que suponía era sal, pero él simplemente no podía creerlo, ¿tenía el valor de preparar una bebida alcohólica para un joven frente a él? Estaba alucinando, quizás después de todo, no debió quitarse su placa.

"Es azúcar" mencionó el hombre.

Silencio.

El peliverde se sonrojó al ver como aquel caballero preparaba una inocente limonada, exprimiendo uno a uno los limones, decorando con una delgada rodaja y un par de hielos redondos. Sacó otro vaso, cuestionándolo con la mirada y saber si gustaba de la misma bebida; por su lado accedió, aunque con la pequeña diferencia de que su trago, si mantenía alcohol.

Se deleitaba con cada trago; pues al menos el alcohol que usaban parecía ser bueno, alejando la tensión sobre sus hombros y relajándolo después de una semana de mierda, pero tenía algo aún más importante que hacer, por lo que se concentró en sus próximas palabras. Controló su impulso de seguir bebiendo; pues de lo contrario no le agradaría el resultado, así que, sin más vacilación, se giró hacia Katsuki.

Dio un pequeño respingo al notar como el mencionado lo miraba directamente, con sus codos recargados en la superficie y su cabeza apoyada en su mano derecha; sus ojos carmín con un brillo celestial y sus labios entreabiertos. Tragó duro tras esa vista, alejando ligeramente la mirada y regresándola poco después.

"Tu... ¿Te encuentras mejor?" Un trago más. "¿No dolió mucho?" Era idiota, quiso golpear su cara sobre la barra, pero el chasquido del rubio atrajo su atención.

O K T H Â [DekuKatsu]Where stories live. Discover now