Culpa

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Sus ojos observaron con detenimiento cada movimiento del rubio, era hipnotizante y lo mantenía entre sorprendido y complacido. 

Mientras que él revisaba el centenar de documentos en su despacho, vio como Kacchan paseaba por toda la casa de arriba abajo, luciendo su camisa. 

No es que le importara, de hecho, consideraba que le quedaba incluso mejor que a él; ni muy floja ni muy apretada. Pero finalmente, Izuku terminaba perdiendo el hilo de los papeles en sus manos cuando el menor pasaba por enfrente de su puerta, agachándose en ocasiones con una delicadeza inusual y permitiéndole ver como sólo vestía un bóxer y su camisa. 

Rio un poco. 

Le agradaba que Katsuki se sintiera más cómodo. Poner su corazón sobre la manga realmente había sido aliviador para ambos, tanto que ahí estaba el menor, dado muy sutiles brinquitos y sonrisas que creía esconder bien, y que aun así, Izuku lograba ver con ternura. 

–¿Qué es eso? —escuchó al rubio cuestionar luego de un rato, adentrándose al cuarto con un cuenco de fruta picada sobre su mano para su suerte.

–Todos los reportes de desaparecidos… pero no hay algo claro… —confesó. 

Si bien la preocupación inicial de Izuku se había vuelto Katsuki, sabía muy bien que no podía concentrarse en él todo el tiempo. Por lo que, dejando de lado su linda etapa de luna de miel, él se dijo a sí mismo que tenía que acabar con aquello que dio inicio a toda su travesía.

Era gracioso como se hallaba en aquella situación, había pasado de ser un simple policía a un candidato a Jefe, de la misma manera en que se había involucrado en un centenar de desastres. Era más que bien merecida la oportunidad; desde su parecer.

Dirigió su mirada a Katsuki, y, antes de dejarlo curiosear entre los archivos, extendió su mano hasta la ajena y tiró gentilmente de él, haciéndolo tomar asiento sobre sus piernas y dándole un abrazo que el rubio consideraría asfixiante de no ser por su aprecio —aunque le tomaría tiempo mostrarlo en palabras—.

–¿Ni siquiera lugares? ¿Fechas? ¿Horas? —Katsuki comentó con cierta burla, tal vez pensaba que era un idiota por no resolver aquello en un chasquido, sin embargo, esa sola idea le dio una oportunidad más de conocerlo, todo era valioso a esas alturas.

Katsuki parecía tener como única referencia a los policías de las series televisivas, con ellos solucionando casos insufribles con dos miradas y una llamada. Por supuesto que todo era más rápido con contactos —los cuales Izuku sí que poseía—. Sabía que un poco de ayuda no estaría mal, y no es que le molestara, pero tenía la vaga sensación de rozar algo bueno por su cuenta, por supuesto, bueno para el caso, malo para quien sea que estuviese involucrado. 

–Tengo mis sospechas, pero ahora sólo me queda poner seguridad alrededor de los chicos en estas fotos… — argumentó mientras tomaba un sobre, una gran cortesía de T. –Además, ese tal Dabi no dice nada, se rehúsa. Pero por lo único que dijo en los almacenes sabemos que a quien perseguimos es una mujer… —O eso hasta donde sabía.

Su agarre se hizo más fuerte. 

No quería decepcionar a Katsuki, pero si era honesto, Izuku intentaba alargar todo. Tenía miedo. Recordó el momento en la oficina junto a Ochako, con el Walkie-takie emitiendo una voz distorsionada mientras pronunciaba: "Lo haces muy mal, León". Era obvio que el mensaje era para él —o eso esperaba—, y con eso en mente, los sospechosos se redujeron de infinito a los cinco dedos de su mano. 

Sólo cinco personas en el mundo lo llamaban de tal forma, Su madre, Tsuyu, Su difunto padre, su estúpido y vivo padre biológico y Melissa. Descartó inmediatamente a su madre, era una mujer simple y honesta, pondría las manos en el fuego por ello. Con Yagi no tuvo siquiera que pensarlo, y Melissa estaba a diez mil ciento cuarenta y cuatro kilómetros de distancia, además de llevar una increíble vida de lujos, por lo que ni siquiera tenía la necesidad de un acto tan repugnante como ese.

O K T H Â [DekuKatsu]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ