O K T H Â [DekuKatsu]

Mimado

¡Hola a todxs!
Antes de comenzar con el capitulo quiero dar unas advertencias, (que a estas alturas no debería, pero nunca esta de más).

Este capitulo presenta violencia a un nivel que puede ser incomodo o posiblemente shockeante para algunos lectores, lenguaje vulgar, intimidad semi-explicita, mención superficial de la dinámica BDSM, ligera feminización, adoración.

Con esto dicho, ¡Que disfrutes de tu lectura!

Una semana completa pasó desde su discusión con su madre y Mei, un trago demasiado amargo que no se había logrado quitar en ningún momento a lo largo de los días. Sin embargo, la bala al pecho fue el repentino berrinche de Katsuki. ¿Cómo se supone que debía lidiar con eso?.

Izuku no tenía la certeza ni por poco sobre lo que pensaba Kacchan, era como intentar buscar al gato negro en una habitación oscura, sin embargo, sabía de sobra que algo había hecho mal luego de ver al rubio hacer muecas y evitarlo a toda costa, impidiéndole tocar un solo cabello de su cuerpo al darle manotazos o sólo otorgándole una mirada mortífera.

El menor no se había dignado en ningún momento a explicar el porqué de sus actos, tan solo caminaba por ahí a la ligera, con un puchero sobre su rostro mientras que su persona parecía ensimismada, casi como si sobrepensara cualquier cosa a la que no lograba atinar, y cuando pretendía acercarse, éste lo evitaba o se encerraba en el cuarto de baño, dejándolo más confuso. ¿Y si rebobinaba sus recuerdos? No veía nada fuera de lo normal, aún cuando aquella noche caminaban de regreso a casa, Katsuki se mostraba receptivo a los roces fugaces, pero adquiriendo aquella incertidumbre en su rostro que le inquietó por un momento.

Y estaba colmando su paciencia.

A esas alturas Izuku estaba agotado, se hallaba ahí como su pareja, no como su padre, madre, tutor o maldita niñera, y era realmente desalentador para él. No trataba de quitarle apoyo como su pareja (o la mierda que fuesen), sin embargo y por un momento, esperaba realmente ver esa actitud tan madura de la que solía presumir el rubio cenizo y poder dialogar —algo en lo que evidentemente se mostraba reacio—.

–¿Seguirás ignorándome o hablaras de ello como el adulto maduro que me has presumido ser? —Reprochó aquel punto desde el otro lado de la puerta de su cuarto, recargado sobre su hombro contra la pared, con sus brazos cruzados y su pie pegando constantemente el suelo en impaciencia mientras llenaba sus pulmones con el cuarto cigarrillo de la tarde.

Pero sólo recibió silencio.

Aquello podía haber sido un buen golpe al orgullo del menor, de eso estaba seguro aunque no estaba realmente de acuerdo con su propio actuar, aún así, Izuku no estaba dispuesto a doblegarse en esta ocasión. Tenía suficiente con el estrés del caso, el reciente secuestro de Kacchan más los montones de correos en su bandeja sin abrir —y que no paraban de aumentar—.