Capítulo 21 ❤️✈️ + Sorpresa

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Declararé esa noche como una de las mejores de mi vida, no únicamente por ser testigo de su felicidad, sino que Pao se mostró tan natural y no hizo comentario sobre el incidente del cine que me demostró que para ella no era ningún sacrificio salir...

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Declararé esa noche como una de las mejores de mi vida, no únicamente por ser testigo de su felicidad, sino que Pao se mostró tan natural y no hizo comentario sobre el incidente del cine que me demostró que para ella no era ningún sacrificio salir conmigo, me trataba como al resto, su sonrisa me hacía sentir como todos. No tenía que fingir seguridad porque a su lado nacía de forma natural.

Incluso nos atrevimos a andar por el zócalo por la noche, arriesgándonos a que un ladrón nos diera una cálida bienvenida al regresar al hotel que estaba a un par de calles. Por suerte, los delincuentes parecieron notar que perdían más de lo que podrían ganar y nos ignoraron como efeméride en domingo. De todos modos, disfruté sentirme como una pequeña hormiga en aquella imponente plazoleta. Pao y yo nos hicimos un montón de fotografías del recuerdo. En todas salí con una sonrisa de lunático, pero no importó, estaba demasiado contento para preocuparme por esas tonterías.

Cuando al hotel cerca de medianoche. Le regalamos al guardia de seguridad un dulce que compramos en el cine, esperando no creyera buscábamos drogarlo antes de regresar a la habitación. A partir de ahí me preparé para dormir porque el viaje y las emociones del evento me habían dejaron hecho polvo. De no ser porque estaba en un lugar extraño me hubiera quedado dormido en el baño, pero al ser un sitio nuevo me llevó más tiempo hacer el auto sondaje. En mi maleta pesaba más el equipo que la ropa. Intenté no presionarme porque mientras más lo piensas menos avanza y realicé todo el proceso con sumo cuidado. Todo salió según lo planeado, me sentí orgulloso de no estropearlo siendo nuevo y me llevé otro buen rato guardándolo en mi mochila mientras Pao terminaba de prepararse para dormir.

Dormir era el elefante en la habitación. Ese tema que sabemos tenemos que enfrentar pero nos hacemos tontos. Nadie hablaba de él, aunque todos sabíamos era primordial hacerlo. Ese falso engaño de aquí no pasa nada cuando pasa de todo.

Y no fue hasta que Pao abandonó el baño, usando su pijama, un pantalón de perritos y una blusa gris, con el cabello atado en una coleta y la cara lavada que no supimos no habría escapatoria. En ese estado pareció ser mucho más joven, con un aire inocente que brilló junto a su nerviosismo. Conocía a Pao lo suficiente para adelantar que le estaba costando respirar. Y de pronto todo ese silencio me puso a mí también ansioso.

—Bueno, creo que llegó el momento —inició recargada en la puerta, pero su cuerpo no obedeció a su boca porque bastó con dar un paso para retroceder—. Estoy nerviosa.

—¿Crees que la cama tenga arañas? —me hice el tonto para romper la tensión.

Ella mordió su labio, negando despacio.

—No, no, no es eso —respondió enseguida—. Es que... —Respiró hondo antes de soltar una risita—. Nunca he dormido con un chico —confesó tímida. Sonreí enternecido.

—Otra cosa en común, Pao —admití, sorprendiéndole—. Yo tampoco he dormido con un chico —bromeé de buen humor.

Pao me lanzó una almohada directo a la cara para callarme. Solté una carcajada ante su defensa, aunque al tenerla en mi mano se encendió ni bombilla.

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora