Capítulo 62 (Recta final)

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Este capítulo sucede antes que el que publiqué la semana pasada ❤️

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Laura

¿Alguna vez han oído aquella expresión que dice que cuando rompes un plato, por más que intentes arreglarlo, nunca vuelve a quedar igual? Sí, también habrán escuchado a los optimistas  debatirlo, jurar que todos tenemos una segunda oportunidad. Pero se equivocan, en la realidad tu pasado te persigue y tu antecedentes influyen en la forma en que te ve el mundo. Es decir, si has arruinado la forma en que te perciben los demás, no importa tus esfuerzos por reparar tus errores, ellos no van a fiarse de ti. En parte es razonable, sobre todo cuando lo único que tienes a tu favor es tu palabra. Y Pao tenía razón, la palabra de una mentirosa no vale nada, incluso cuando esta vez estuviera hablando con la verdad.

A veces me pregunto el momento exacto en el que mi vida se fue al demonio, no lo hallo. Creo que es porque no fue un hecho en concreto, sino pequeños cambios que formaron una bola de nieve. En ocasiones mientras me veo en el espejo me cuestiono dónde está la Laura que conocía, porque no me reconozco. Lo peor es que no logro encontrarme, es como un frasco vacío, como una cazuela de barro que alguien formó a su antojo y olvidó llenarla. Pienso quién sería si esa persona no se hubiera cruzado en mi camino o qué papel jugaría si no hubiera entrado su juego. Tal vez sería feliz o quizás no, después de todo seguro me hubiera equivocado en algo más.

¿Qué pensaría papá si me viera? Creo que estaría avergonzado, es natural, no soy la hija que merecía. La gente suele alegar que las personas malvadas tuvieron una mala crianza, pero en mi caso no puedo hacerles un solo reproche. Ni si quiera sé que respondería cuando me preguntara decepcionado que pasó. No tengo respuesta, en el fondo sé que no me la exigiría, solo me abrazaría. Lo extraño. Lo extraño todo el maldito tiempo. Era la única persona con la que podía hablar. Mamá siempre está demasiado cansada para llenarla de más problemas y mi hermano es tan pequeño que no me entendería. Eso último es bueno, no quiero que descubra quién soy, no quiero que también me odie.

Mi vida es  similar a una canción que empezó como una alegre melodía que se volvió insoportable, disminuyendo poco a poco hasta quedar en silencio. A veces creo que logro escuchar algún bonito acorde, como el recuerdo de la voz de papá, pero son solo memorias. El resto, que alguna vez fueron felices, se mezclaron en algún punto con pena y no quiero revivirlas.

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora