Capítulo 44

3.1K 455 975
                                    

Los siguientes días tuve tanto trabajo que me propuse empezar el fin de semana en la cama, pero cuando Pao llegó el viernes, con una enorme sonrisa, avisándome que todos le habían confirmado su asistencia para esa noche no tuve corazón para decirl...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los siguientes días tuve tanto trabajo que me propuse empezar el fin de semana en la cama, pero cuando Pao llegó el viernes, con una enorme sonrisa, avisándome que todos le habían confirmado su asistencia para esa noche no tuve corazón para decirlo que no. Menos cuando me había contado todas sus ideas sobre evento del refugio. Fue fácil notar, por la forma en que su mirada se inundó de un brillo peculiar, que se trataba de un tema importante.

Así que ahí me tenían, siendo preso de cual fuera su encanto, esperando atendieran a mi llamado mientras el sol se escondía a mi espalda. Siendo honesto estaba mentalizado para todo, trabajar duro, cumplir cualquier función, lo único que no planeé fue cómo actuar cuando su madre abrió la puerta.

Borré la sonrisa de golpe, esa que había mantenido durante el viaje a causa de la inusual playlist del divertido taxista. Carraspeé, enderezándome en la silla. Debía mostrarme seguro, incluso cuando posiblemente me odiara.

—Buenas tardes —la saludé.

Pao y ella aún no llegaban a reconciliarse por completo. Según sus propias palabras estaban "haciendo progresos", siendo más específico lentos progresos. Es decir, hablaban lo básica intentando no levantar sospechas con su padre, al que sí le habían guardado el secreto. Estaba convencido que de no ser por el evento, que la ayudaba a pensar en otras cosas, Pao hubiera pasado la semana entera afectada por su distanciamiento.

Con tales datos supuse que mi posición era más compleja. Después de todo, Pao era su hija, se arreglarían en cualquier momento, pero es bien sabido que cuando te ganas el odio de los padres de tu novia poco puedes hacer para cambiarlo. No hay marcha atrás. E imaginé que no sería su persona favorita, sin embargo, contrario a mis propósitos lo que hallé en su rostro, no fue enfado, ni reproche, sino una sonrisa.

—Hola, Emiliano —me saludó con la misma amabilidad de costumbre, aunque analizándola percibí menos energía. También noté su bolso colgando del brazo, así que no me sorprendió cuando añadió—: Voy de salida, necesito comprar unas cosas. Estás en tu casa, todos ya están dentro—se despidió.

Tal vez llevaba prisa, aunque me dio la impresión que en realidad no quería hablar mucho conmigo. En otro momento lo hubiera agradecido, eso disminuía mi porcentaje de errores, pero  culpen a mi complejo escondido de héroe o mi estupidez natural, apuesto más por la segunda, al impulso de abrir la boca cuando nadie me lo había pedido.

—Señora, ¿cree que podríamos hablar? —pregunté de pronto, sorprendiéndonos a ambos. Esperaba no arrepentirme después. Dudó, frenando con la mano en la perilla—. Prometo que será rápido —le aseguré—. Es sobre Pao... —solté. ¿De qué otra cosa podría ser?—. Sé que las cosas no van bien entre ustedes —comenté, cuidadoso, temiendo me asesinara antes de acabar la oración. Pasé saliva tenso al verla fruncir las cejas—. Y no quiero meterme en asuntos que no me incumben... —aclaré, aunque estuviera haciendo justo lo contrario—. Yo solo quería aclarar que esa noche Pao sí durmió en mi casa, pero no pasó nada entre los dos... —remarqué sintiéndome responsable de desenredar el malentendido—. De hecho ella quiso dormir en el sofá y yo ni siquiera...

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora