Capítulo 58 (Recta final)

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Comenzamos la recta final del Club de los rechazados

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Comenzamos la recta final del Club de los rechazados. Espero les guste ❤️. No olviden votar y comentar si les gusta el capítulo, no saben lo importante que es para mí. Y pase lo que pase no olviden que los quiero ❤️.

Había algo en los besos de Pao que me hacía desearlos como nada en el mundo, una magia inexplicable de la que nunca tenía suficiente, tampoco intentaba hallarle explicación, me dejaba arrastrar por la ola que despertaba su dulce boca al encontrars...

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Había algo en los besos de Pao que me hacía desearlos como nada en el mundo, una magia inexplicable de la que nunca tenía suficiente, tampoco intentaba hallarle explicación, me dejaba arrastrar por la ola que despertaba su dulce boca al encontrarse con la mía. Así que después de unos días tensos, llenos de retos y problemas para mí no había mejor medicina que una noche donde solo existiéramos los dos. En aquel sofá apenas iluminados por la luz tenue que escapaba de la cocina, lo único que necesitaba es que ella estuviera conmigo.

Pao se apartó un poco recuperando el aliento, me miró con esos ojos brillantes que me volvían loco, y yo mantuve mi mirada fija en sus labios temblorosos. Sonreí admirando su sutil sonrojo que se mezcló con su adorable risita al verme perdido por ella. Cautivado rocé su mejilla atrayéndola de vuelta a mi boca olvidando el tiempo entre sus besos.

El frío del otoño comenzaba a aparecer, pero ni siquiera lo percibí deseoso de despojarla de ese abrigo. Pao tenía una piel tan suave y cálida que mis manos siempre la buscaban. Y como si pudiera leer mi mente me dio un empujón juguetona para echarme atrás cuando lo intenté.

—Emiliano, alguien puede llegar —me recordó risueña, usando la cabeza.

Idiotizado por las emociones asentí aletargado y pasé los dedos por mi cabello, respirando hondo, obligándome a usar la razón. Si bien no había nadie en casa, no sabía cuánto dudaría, así que no podía arriesgarnos. Bien, quizás yo sí hubiera tomado el riesgo, pero Pao era mucho más cuidadosa. Y sabía que era lo correcto, claro, que era muy complicado explicárselo a mi cuerpo que parecía exigirme encontrarse con el suyo.

Con las mejillas sonrojadas y con una timidez adorable, apoyó la cabeza en el respaldo del sofá sin apartar su mirada de mí. Sonreí admirándola, antes de acariciar con cuidado su cabello. No entendía cómo un ser tan tierno podía nublarme el juicio tan rápido.

—No sé qué me pasa contigo —le confesé divertido, sin poder callármelo—. En verdad, me gustas mucho —le dije honesto, sintiéndome patético, como un adolescente. Y era muy extraño porque Pao no hacía nada para seducirme, sin embargo, le bastaba estar cerca para hacerme sentir débil. Pao mordió su labio, traviesa—. Eres la...

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora