*T R E S* PARTE I

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*T R E S*

14 de febrero.
Una fecha esperada por muchos enamorados.

Un día como cualquier otro solo que en este día a las personas le gusta gastar más de lo necesario.

Demostrándole a su pareja cuánto amor le tiene solo con un regalo de unas flores, un chocolate o hasta un osito de peluche.
Y no es que me queje, es solo que eso se puede hacer los otros 365 días que tiene el año y no solo uno, todos los días deberían ser el día del amor y de la amistad para que así las personas seamos más amorosos con quiénes nos rodean y regalemos más obsequios que simplemente hacerlo un solo día.

Pero aún así, con todo lo que digo aquí me ven, colocándole un lazo al pequeño peluche verdecito que le compré a Gabo.
Es un sapito bebé todo verde, con ojos saltones y tiernos, una sonrisa enorme y un corazón en el medio con las letras: ¡Feliz día! Plasmadas en él.

Estoy pasada de cursi de verdad, pero mi sapito hace que sea así, él logra sacar mi lado cursi provocándole diabetes a quiénes nos miran y celos y envidia también porque quisieran tener una relación como la de Gabo y yo.
Repleta de desgracias, risa, diversión, y amor.

Termino de envolver mi regalo justo cuando Ana entra a mi habitación.

—Hellouu. ¿Si sabes que en todo cuarto hay algo llamado puerta y se apellida Tocala siempre antes de entrar? —le digo mientras observo como se acerca hasta mi cama y se sienta.

No si, ¿no quieres también tomar el té, mija?
Como si yo le hubiese dado permiso de entrar a mi cuarto y encima de eso a sentarse en mi cama.

—Necesito tu ayuda, chama. —me dice y yo abro la boca como un pez por la sorpresa. Si pasa una mosca por aquí fácilmente me la puedo tragar. Iuu

¿Ana pidiéndome ayuda?
Eso si que es nuevo.

—¿Que lo qué? ¿Qué quieres? —pregunto sacando el yuribitzaida que tengo dentro.

—Quiero que veas mi regalo y me digas si esta bien. 

Sicierto. Olvidaba que Ana tiene novio. Apenas llevan como dos meses de relación pero son más empalagosos que Gabo y yo juntos, aunque el Axel me cae súper bien, el loco me brinda hamburguesa por un dólar casi que todos los fines de semana, o sea, si quiere ganarse a su cuñada tiene que hacerlo con todo y las de la ley, es decir, tiene que hacerlo bien y si no me compra hamburguesa entonces que me compra pizza, pero de que me compra algo me compra. 

—Pa ver, pues. —ella se me queda mirando y sale del cuarto.

¿Y ahora?

Vuelve a entrar segundos después con una enorme bolsa de regalo color verde claro.

—¿Y tu qué? ¿Compraste todos los regalos de la tienda? —le pregunto y ella se echa a reír.

—Algo así. —dice y me tiende la bolsa.

Reviso lo que contiene su interior y saco poco a poco cada cosa.

De primero hay una carta, la ignoro porque no quiero vomitar arcoiris en este día. A eso le siguen dos pequeñas cajas, abro la primera y contiene dos pulseras con las iniciales de sus nombres, cursi y patético pero asiento dándole mi aprobación, la segunda caja contiene un reloj casio burda de pavo y brutal, todo de negro y elegante.

—Esta robable. —digo riendo señalando el reloj. Ella niega

—Ni se te ocurra.

Me encojo de hombros y sigo revisando, lo otro es una camisa gris que dice “Amo a mi tóxica”. Arrugo mi frente confundida y ella baja el cierre de su suéter para mostrame la camisa gris que tiene debajo. La de ella dice “Yo soy la tóxica”.
Rio entendiendo que son esas camisas que se usan en pareja. Debí pensarlo y hacer algo parecido con Gabo.
Lo último que contiene la bolsa es un portarretrato de ellos dos, que por cierto la foto la tomé yo y quedó espectacular. De nada, chicos.

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now