*N U E V E*

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Sus manos me hacían cosquillas.
Él seguía contando mientras tocaba de manera suave y delicada mis manos. Como si fuera una de esos platos de vidrio que tus padres guardan para ocasiones especiales y cuando lo sacan tienes que tener el mayor cuidado de no partirlos sino quisieras presenciar un regaño de dos horas completas. 

—¿En qué tanto piensas? —le pregunté.

Él me observó y sonrió.

—En lo afortunado que soy de tenerte. 

Ya volvió su labia.
La extrañaba tanto.

»Perdón. —vuelve a decir y yo niego— Si, perdoname. He sido un idiota.

—No, no tengo nada que perdonarte. Ya me contaste todo.

—¿Estamos bien? —pregunta. Yo sonrío

—Estamos bien. —respondo.

Hace un par de horas que Gabo esta en mi casa, mis hermanas decidieron dejarnos solos porque necesitábamos hablar, desahogarnos y perdonarnos, así que aquí estamos, disfrutando la compañía del otro, superando nuestra primera pelea de verdad, dejando todo atrás para poder continuar con nuestra relación.

—Hay algo más que tengo hacer. —dijo levantándose del mueble— Y para eso necesitaré tu ayuda. —me tendió su mano, dudosa la acepté.

Gabo me llevó a la puerta y al ver mis dudas y miedos me dijo:

—Estoy contigo, no te volveré a dejar sola, y lo más importante de todo: Tú estas conmigo.

Eso me animó un poco.

Un hurra por la valentía que me volvió.

¡Hurra! ¡Hurra!

—¡Chicas! —grito— Voy a la casa de la abuela Carmen. Vuelvo en un rato.

Apenas terminé de gritar cuando ambas habían salido de la habitación de Ana.

—¿Estas segura? —me preguntó. Sabía exactamente a lo que se refería. Asenti no muy convencida.

—Más te vale cuidarla, Gabo. Porque si vuelves a hacer lo de la última vez juro que yo misma me encargaré de ti, y mira que An y yo veíamos mucho Investigation Discovery. —le dijo Angie en modo de advertencia.

—No te preocupes, pitufa. No la dejaré sola. Lo prometo.

Ambas asintieron no muy convencidas y Gabo y yo salimos de casa.
Mis nervios se dispararon aún más cuando estuvimos al frente del apartamento de su abuela.
Pude sentir todo como un deja vu. Gabo abrió la puerta y en seguida que pusimos un pie dentro veía a toda la familia reunida en la sala.

¡Dios, no!
No permitas que me acobarde.

Cuatro pares de ojos nos observaban; dos con alegría, dos con enojo y reproche.

—¡An! —Gaby chilló de alegría— Es bueno volver a verte. —llegó hasta mi y me abrazó.

—Lo mismo digo, Gaby. —le devolví su abrazo.

—¡Ay, por favor! Ni que la chica se hubiese ido un año fuera del país.

¡Dios dame paciencia!
Quería acercarme y estrangularla pero por desgracia es mi suegra, no puedo hacerlo.

»Gabo, cariño. Camila ha estado preocupada por ti, necesita hablar contigo. ¿Podrías por favor ir con ella?

Sentí los mismos sentimientos de hace dos días. Si volvía a resultar todo igual no podría soportar una vez más tener que presenciar todo eso.

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now