*Capítulo 9*

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Un mes...

Tan solo un mes había pasado desde que inició la cuarentena y sentía que en cualquier momento necesitaría ir a un psiquiátrico y no volver a mi casa.

Es que, o sea, cinco personas en una casa es un caos total y más cuando debes estar encerrada con esas cinco personas las veinticuatro horas del día.

Manicomio total.

Decir que de esta cuarentena saldré loca es decir poco, o sea si salgo aunque sea con vida ya sería un gran logro.

Ya no se si hablar con las paredes de mi habitación o con las muñecas que tenía guardadas en mi armario será mi nueva costumbre, algo súper normal en mi vida.

No poder ir al liceo al principio era de lo mejor, tengo que admitirlo, ahora, ahora solo quiero ir a clases y quedarme si es posible todo el día en el liceo.

Ya no aguanto este encierro.

¡Necesito salir!

¡Ayudenme!

¡¡¡SOS!!!

¡¡¡EMERGENCIA!!!

¡¡¡911!!!

¡¡Saquenme de aquí!!

¡Esto no es vida!

—Andrea Maria, ¿podrías pararle a tu drama?— comentó mamá mientras pasaba a mi lado.

Sip, en realidad todo eso lo grité desde la ventana de la Residencia, la que da especialmente a la calle, lo que hizo que varias personas de las otras residencias se asomarán a las ventanas de sus casa para ver quien hacía tanto escandalo.

Hice pucheros y coloque mi carita parecida a la del gato con botas.

—Mami, ya no aguanto este encierro— comenté mientras la seguía hasta la cocina.

—Pues te aguantas mija que esto va pa' largo.

Si mami, ya lo sé, no me des tanta esperanza.

Bufé y me dirigí hacia la sala sentándome en el mueble.

Saque mi celular y me puse a revisar un rato el facebook.

—Era hora— la voz de Gabo hizo que diera un pequeño brinco del susto, giré mi rostro y les juro que si las miradas mataran el idiota de Gabo ya estaría tirado en el suelo de la sala.

—¿Ya era hora qué, idiota?

—Ya era hora que te callaras— Gabo se acercó y se sentó a mi lago en el mueble— Mis oídos estaban a punto de sangrar de lo horrible que eran tus gritos, era como escuchar a una gata con amigdalitis a punto de parir a sus bebés.

Me quedé mirándolo con cara de "¿Es en serio, pana?"

—Y eso que no me has oído cantar— digo con una sonrisa en mi rostro— Además, ¿si sabes que entrar a las casas de las demás personas es considerado como allanamiento? Así que te sugiero que dejes de entrar a mi casa como si fuera tuya.

En el rostro del idiota de Gabo apareció una sonrisa peor a la del gato de Alicia.

-En realidad, tu mamá me dio las llaves de la casa- afirma con toda seguridad mientras levanta una de sus manos y me muestra las llaves que tiene- Así que puedo entrar y salir cuando quiera.

Really?

¿Mi mamá?

¿Maria Hernandez le dio una llave de la casa?

A esta mujer se le zafó un tornillo ¿o qué?

Perdoname, Diosito. Se que no debería hablar así de mi mamita linda pero aja.

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now