*D I E Z*

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—¡EEHHH! —gritamos todos al mis tiempo mientras Gabo se acercaba a soplar las velas.

Había pasado un mes desde lo sucedido con mi suegra y la ex de Gabo, un mes donde hemos tenido peleas pero todas por cosas menores, por tonterías.
Camila luego de mostrar su verdadera cara a mi suegra fue enviada directamente de regreso a su casita cuando hubo la oportunidad ya que no sabíamos si la semana estricta se mantendría o se alargaría.
Mi suegra y mi cuñada siguen quedándose aquí en Caracas, dentro de algunos días tendrán que volver a Maracay pero no querían irse antes de que Gabo cumpliera años.
Así que aquí estamos, celebrando el cumpleaños número veinte de mi sapito, este chico será como el buen vino, mientras más viejo, más sabroso será.
Y aunque mi amorcito todavía sigue estando joven presiento que eso del vino se cumplirá en él.
Porque si es guapo con tan solo veinte, no me quiero imaginar en unos diez años más cuando esté aún más adulto.

La enamoracion.
La amarracion.
Okno.

—¡Feliz cumpleaños, Gabo! —grita su hermana guindandosele como un monito y aferrándose a su cuello.

Todos reímos y uno a uno nos acercamos para felicitarlo. Yo decidí ser la última en hacerlo, para que fuera más especial la cosa.
Me lancé a sus brazos y lo besé.
Amaba sentir sus labios, cada vez era como la primera vez que nos besamos.
Única.
Mágica.
Imborrable.
Y... Perfecta.

Es que Gabo domina muy bien el estilo francés ligado con el venezolano. Una perfecta combinación.

—¡Feliz cumpleaños, sapito! —susurré cerca de sus labios, él sonrió de medio lado haciendo que mi corazón se volviera lava.

—El primero de muchos cumpleaños juntos. —dijo antes de volver a besarnos.

—Si, el primero pero por tu culpa. Si el año pasado me hubieses dicho que habías cumplido año ya este sería el segundo y no el primero. —me quejé.

Él rió. —Eras novia de Daniel en ese entonces, así que no me agradaba la idea de que él fuera parte de los invitados en mi cumpleaños.

Sicierto.  Lo olvidaba.

—Bueno, ahora soy tu novia. —reí— Me sigue gustando eso de “Tu novia ”

—Y a mi me gusta que seas “Mi novia” —enfatizó el “Mi” y eso en gustó más que nada.

Saqué una pequeña caja del bolsillo de mi suéter y se la entregué. Él la aceptó sonriendo.
Nerviosa observé como abrió la caja y sus ojos se volvieron brillosos, esa era una buena señal.

—¡Dios, An! ¿En serio lo compraste? —preguntó sorprendido y yo asenti feliz— ¡Eres la mejor! ¡Gracias!

Me besó nuevamente, ahora era más constante, ya no nos preocupaban nuestros padres ni nos daba tanta pena dar muestras de afecto en público.
Gabo sacó su regalo y lo puso en su muñeca presumiendolo feliz.
El reloj negro digital se veía completamente pavo y criminal en su brazo.
Gabo desde hace días quería un reloj de esos que parecen ahora un teléfono, te llegan mensajes, whatsapp, tus notificaciones, puedes conectarlo con tu teléfono y tiene muchísimas funciones, es como tener un mini celular en tu muñeca, y como sabía que él moría por tener un reloj así decidí reunir y comprárselo, y no me importa cuanto haya costado porque su cara de felicidad es el mejor regalo que pude recibir de vuelta.

Parece un niño chiquito cuando le dan el regalo que quiere en navidad.

—¡Eres la mejor novia! —volvió a decir feliz.

—¡A comer torta! —gritó su mamá quién empezaba a repartir los pedazos que mi mamá ya había picado.

Nos sentamos todos en los muebles y esperamos a que nos sirvieran nuestra porción.

—¡Berro, An! Cada vez te superas aún más. Te quedo brutal la torta —dijo Angie sacando también su yuribitzaida interior.

—Todo a ella le queda brutal. —susurró Gabo a mi lado solo para que yo lo escuchara— Y sus besos son una de las tantas cosas. —me puse nerviosa en seguida. Este chico y sus palabras seductoras.

Lo pellizque en la pierna y él se echó a reír.

—¡Estúpido!

—Así me quieres.

¡Ash! Creído.

—¡Quiero dar unas palabras! —dijo mi suegra. Sí, señores. Ella ya me deja decirle así. Todos comíamos de la torta mientras ella se dispuso a hablar— Quiero agradecer a la familia Mendoza por abrirle las puertas de su casa a mi bebé Gabo y a mi mamá Carmen. Ustedes son como la segunda familia de ellos dos y también mi nueva segunda familia. —¡Ains! Tan linda.

»Ahora puedo entender porque Gabo se siente feliz estando con ustedes, le han abierto no solo la puerta de su casa sino también las de sus corazones y eso es admirable... También quiero agradecer a Andrea por hacer tan feliz a mi hijo, no lo había visto así en mucho tiempo —sus palabras llegaron a mi pequeño corazoncito— Gracias por no rendirte con él y por no ser una persona que guarda renconr. Mi hijo tiene muchísima suerte al tenerte a su lado.

Sí, señores. Volví a llorar.
Es que también pa' llorona yo.
Limpie las lágrimas que se habían escapado de mis ojos, las condenadas esas, como si yo les hubiese dado permiso de salir de ahí.

»Y gracias a ti, hijo. —continuó con su discurso. Se sentía como si Gabo y yo nos estuviésemos casando y mi suegra estuviese dando sus palabras.— Por hacerme entender de las cosas malas que estaba haciendo, y por ser tan fuerte que no permitiste que mis acciones ni las circunstancias te derrumbaran. Te amo, hijo. ¡Feliz cumpleaños!

—¡Feliz cumpleaños! —gritamos todos cuando ella terminó de hablar.

—Si así es en mi cumpleaños no me quiero imaginar cuando tu y yo nos casemos. —casi me atraganto con el pedazo de torta.

—¿Pensaste lo mismo que yo? —pregunté asombrada.

—¿Qué? ¿El hecho de que mamá se pondrá más sentimental cuando de el discurso en nuestra boda? —fácilmente a mi boca pudo entrar una mosca y yo ni pendiente— Porque si, Andrea. Cuando digo que eres la mujer que quiero en mi vida me refiero en todos los sentidos y aspectos y es para toda un vida, no solo para un par de años. —ANONADADA, así estoy— ¿Qué dices? ¿Lo tomas o lo dejas?

Me puse pensativa por varios segundos haciendo que él dudara de lo que había preguntando, sonreí y feliz le respondí:

—¡Lo tomo! Porque también quiero pasar toda una vida a tu lado.

—¿Segura? Porque eso incluye mis locuras y mis canciones de vallenato.

Reí a carcajadas.

—Muy segura porque mis locuras se complementan con las tuyas. Y definitivamente empecé a amar tus canciones de vallenato.

Gabo sonrió y me besó.

—Para toda una vida. —dijo.

—Para toda una vida. —susurré.

***

Mis bebés son tan románticos como su madre jajajaja

Este es el último capítulo. Estoy que lloro.

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now