*Capítulo 7*

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Matenme.

O mejor maten al chico que esta sentado a mi lado, me harían un gran favor.

Todo estaba yendo tan bien en mi cita con Daniel, todo estaba perfecto, estaba a punto de responderle que si a su pregunta justo cuando las dos personas que más estoy empezando a detestar aparecieron para arruinarlo todo.

¿Es que a caso no pueden tener su cita aparte sin necesidad de venir a arruinar la mía?

Te odio Gabriel Martinez, a ti y tu estúpida sonrisa de niño bello.

Y no puedo odiar a Ana por más que quiera porque es mi hermana mayor y aunque la mayoría del tiempo es insoportablemente fastidiosa aún así no la puedo odiar por más que quiera.

Suspiro y le doy un mordisco a mi pedazo de la pizza y miro a Daniel mientras la saboreo.

El me mira y por su cara se que esta un poco incómodo por la situación.
Din, din, din. No es el único.

Ana esta sentada a su lado y Gabriel a mi lado por lo que Daniel sigue sentado frente a mi. Comemos la pizza en silencio y Gabo y Ana hacen lo mismo.

Después de su inoportuna llegada a nuestra mesa, la pizza estuvo lista y como solo la íbamos a comer dos personas Dan pidió una mediana por lo que a Gabriel no le toco de otra que pedir una para el y para Ana.

—Es mi idea o hay como un silencio incómodo en el ambiente— ¿en algún momento llegué a decir que Gabriel es un entrometido de nacimiento que no conoce la palabra prudencia? Porque si, efectivamente lo es.

Me gire con mi pedazo de pizza a mitad de mi boca y lo mire con cara de pocos amigos.

O sea, pana. ¿A caso no conoces la palabra prudencia? Estuve a punto de decirle pero me contuve.

Obvio que hay un silencio incómodo, idiota y todo por tu culpa. Nadie te invito a sentarte en nuestra mesa y arruinar nuestra cita.

¿Por qué será que pienso todo pero no lo digo?
Tienes que ser más valiente, An, y decir a veces sus cuatro verdades a las personas que lo que necesitan.

—Para nada, Gabo, yo creo que An y Daniel están felices de que estemos con ellos— Guao, es increíble como Ana puede transformarse y hablar como una chica de papi y mami y dejenme decirles que no le queda para nada bien.

—Pues si, pero Daniel y yo ya nos íbamos— respondí un poco molesta, miré a Daniel y el me sonrió en respuesta.

—Si, Andrea tiene razón. Ya nos tenemos que ir— Daniel se levantó y recogió la bandeja vacía donde estaba la pizza.

—¿Pero por qué? Si aún Ana y yo no hemos terminado de comer, deberían esperarnos y más porque luego llevaré a Andrea y Ana a su casa.

Ya va, ya va.
Paren el bus.
Estacionen el carro.
Frenen el autobús.

Y ¿a este quién le dio vela en este entierro?
¿Más o menos quién le dijo que yo me iría con el y mi hermana?

—Lo siento, Gabito— recalque su nombre y el sonrió— Pero yo me vine con Daniel así que me voy con Daniel.

Recogí mi bolso y me dispuse a irme.

—Bueno supongo que tu mamá no estará muy feliz cuando se entere que desobedeciste una orden suya.

Me frene totalmente confundida.

¿Una orden de mi mamá?
Si ella sabia perfectamente que me venia con Daniel, no lo entiendo.

Me gire de nuevo hacia la mesa y Ana se dio cuenta de mi cara de confusión porque fue la que habló.

—Así es, hermanita. Cuando mi mamá supo que vendría al Sambil con Gabriel nos dijo claramente que te lleváramos de regreso a casa, no quería que tu llegarás por un lado y yo por el otro.

Whats?

¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?

Daniel y yo nos miramos sin saber que hacer.

—Si no es mucha molestia podrían sentarse nuevamente y esperar a que Ana y yo terminemos de comer nuestra pizza para que así nos podamos ir todos sin ningún problema.

Definitivamente cada vez más odio a ese chico sentado a mi lado.

Daniel y yo nos volvimos a dar una mirada y nos sentamos derrotados sin tener más opción que esperar a la parejita sentada a nuestro lado.

***

Sentí que pasó una eternidad hasta que por fin Gabriel y Ana habían terminado su pizza, ahora íbamos en el carro de Gabo, porque si, el chico si tiene carro y si tiene permiso para conducir por ser mayor de edad.

Gabo y Ana van sentados en la parte de adelante mientras Dan y yo íbamos atrás agarrados de las manos.

Si, chicos y chicas, Dan no me soltó la mano desde el momento en que salimos del centro comercial y ahora en el camino el me la apretaba de vez en cuando mientras yo me hacia la distraída y trataba de mirar por la ventana pero cada vez más era consciente de su cercanía y de su mano entrelazada con la mía.

—An— un susurro en mi oído hizo que mi cuerpo tuviera unos pequeños escalofríos.

Como decimos aquí, se me puso la piel de gallina.

Gire poco a poco y me di cuenta que Dan estaba más cerca de mi, su cara a escasos centímetros de la mía, su respiración se estaba volviendo igual que la mía, muy irregular, pase la lengua por mis labios y el siguió atentamente el movimiento con sus ojos.

—No me respondiste a la pregunta de antes— su voz se volvió un poco ronca y yo solo sentía que mi corazón en cualquier momento escaparía de mi pecho— ¿Qué dices, An? ¿Te gustaría ser mi novia?

Y una vez más Daniel Rodriguez me dejó sin palabras.

Piensa y respondele rápido, An, o el pensará otra cosa.

Suspire varias veces y me preparé para darle mi respuesta.

—Sí— sonreí— Sí y mil veces sí.

La sonrisa de Daniel hizo que solo me enamorara mucho más de él, si eso ya era posible.

Sus hoyuelos hicieron acto de presencia y mi corazón se derritió una vez al verlo sonreír de esa forma.

Daniel acortó las distancias y me besó por segunda vez en la noche.

***
DIN, DIN, DIN...

Ehhh, siga leyendo que esto cada vez se pone mejor >>>>

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now