*C I N C O*

470 163 38
                                    

*Maratón 2/5

Tres días después y Gabo andaba con fiebre y gripe.

—¿Seguro que no tienes covid? —le pregunté por tercera vez y él volvió a rodar los ojos cansado de mi pregunta.

—Que no lo tengo, An. Tengo es un estúpido resfriado.

Ja, eso le pasa por bañarse de noche en una piscina con agua fría y el clima como un cubo de hielo.

—Y yo creyendo que si alguien se iba a enfermar sería yo y mira como las cosas cambian. Sigue queriéndote bañar en la piscina de noche. —lo regañe.

El hizo un sonido desde lo profundo de su garganta como queja.

—Ah no, Señor. No venga a quejarse cuando sabe que solo digo la verdad. —volví a regañarlo.

—Amor, en serio que te quiero pero ahora solo necesito cariños y mimos y no regaños ni sermones. —contesta con su voz engripada.

—Lo sé, lo sé. Perdón. —me disculpe— Pero, ¡Calma! ¡Calma! Que no panda el cunico. Ya tu enfermera llegó.

Gabo sonrió pícaramente.

—Enfermera creo que necesito una ducha, ¿podría ser tan amable de quitarme la ropa?

¡Ash! Que sin vergüenza.

—No, señor. Usted lo que necesita es una pastilla y un caldo de pollo, así que ya se lo traigo.

Salí de su cuarto y fui a la cocina en busca de la abuela Carmen que se quedó preparándole la sopa a Gabo.

—Hola, abuela. —ya se me estaba haciendo más fácil llamarla de esa forma.

—Hola, mija. ¿Como esta mi pichoncito?

—Igual. —respondí— Sigue teniendo un poco de fiebre y resfriado.

Ella asintió y me dio un termómetro, un ibuprofeno y un vaso de agua.

—Midele la temperatura y luego haz que se tome esa pastilla. Yo en un segundo voy cuando la sopa este lista.

Asenti y volví a dirigirme a su habitación. Mi sapito seguía acostado arropado hasta el cuello, con los ojos cerrados y la frente arrugada.
Mi corazón se arrugo como una pasita al verlo en ese estado.
Se que Gabo odia enfermarse, él detesta tener que estar postrado en una cama con malestar en todo su cuerpo.
Pero muy a su pesar, le tocó estar como no le gusta estar.

—Sapito. —susurré y él en seguida abrió los ojos— Abre la boca. —dije pero se negó— Abrela chamo, que es para meterte el termómetro.

Gabo puso una mirada picara.

—¿Meterme el termómetro? ¿Para qué?

Ash. Ya va a venir él con sus malos pensamientos.

—No seas mal pensado, estúpido. Es solo para medirte la temperatura. 

Él asiente como buen paciente y abre la boca, coloco el termómetro y cuando él cierra su boca coloco el cronómetro en mi teléfono para saber cuantos minutos durará así.

Veo como los segundos pasan y cuando el cronómetro pita indicando que ya los minutos exactos pasaron retiro el termómetro.

Gabo me mira mientras veo las rayitas y me percato de cuanto mide su temperatura.

—Tienes 39. —le digo. Aún mi sapito tiene fiebre.

—Al menos ha bajado. Ayer tenia 41. Estaba muy ardiente. —la última palabra la dice pícaramente y yo sonrío.

Bendita Obsesión✔️Where stories live. Discover now