۞ ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 20

3.5K 251 30
                                    

Solo faltaban dos días para que Draco llevara a Hermione a ver a Tonks, y ninguno de los dos estaba muy felíz con eso. Ni siquiera ella que sabía que volver a Tonks significaba volver a ver a los demás.

Ron, Harry, Ginny y el resto de los Weasley.

Dos días en los que Daphne y Pansy se las habían pasado asignando tareas para ella y Draco.

Limpiar la única habitación del piso de arriba que no tenía ningún mueble más que una cama, regar el jardín, preparar café, reacomodar los libros y "reparar" la bañera de la habitación de Hermione. Ella juraba que no había nada malo con la bañera, pero Pansy insistía y a Draco no le quedaba más que ir y hacerlo.

Draco ve con ella, Hermione ve con él. Todo el día, todos los días.

Merlín bendiga a Pansy.

No se besaban, no tenían sexo, solo hablaban, hablaban hasta estar exhaustos y al final del día dormían en los brazos del otro. Ambos necesitaban eso, tanto dolor en la vida puede ser compensado en los brazos de alguien que sin querer te hace sentir bien.

Ella se había convertido en una especie de calmante para él, después de regresar de matar gente por ordenes del señor oscuro, después de hacer tareas que no quería hacer, después de romperse los huesos y batirse en duelo, ella se sentía reconfortante entre sus brazos y decidió que podía aferrarse a eso.

No gastaron ni un minuto.

Se sentaron en el jardín por la noche, Hermione dejó que Draco le mostrara las estrellas y trazara las constelaciones con la punta de su varita. Draco sabía muchísimo sobre el espacio y el cielo, habló sobre planetas, términos astrologicos, el sol y la luna.

Ella escuchó.

Y él jamás se había sentido tan comodo con hablar de esas cosas antes. Su rostro se iluminaba cuando Hermione recargaba su mentón sobre su mano y lo escuchaba hablar sobre mil cosas, quidditch, libros, filosofía, el cielo, el mundo. No importaba que fuese lo que saliera de su boca, ella escuchaba.

La sonrísa que se formaba por la comisura de sus labios era arte, le encantaba hablar con ella, porque ella no lo juzgaba, ella estaba ahí para él.

Ella para él era una persona muy curiosa, no podía dejar de rodar sus ojos cada dos segundos por las cursilerias que se le corrían a Hermione. Pero en realidad era fascinante, cuando ella le enseñó a hacer crecer una rosa de la punta de su varita él fingió que odiaba la idea pero al final terminó haciendo al menos diez.

Ella sonreía orgullosa cuando lograba convencerlo de hacer los hechizos que ella le enseñaba, él simplemente fingió ser frio y distante para verla rogar un poco y cuando había tenido suficiente la complacía y hacia lo que sea que quería.

Draco la hacía sentir tan calmada que incluso se animó a hacer un hechizo. De la punta de sus dedos salieron unas pequeñas chispas que volaron en el aire como pajaros diminutos con los que podías formar palabras. Draco y ella jugaron a poner letras al asar y el otro adivinaba que palabra era.

Hermione notó que Draco no sonreía mucho, no al menos de manera genuina. Siempre era por algo que ella decía ocasionalmente, pero su rostro permanecía serio el resto del tiempo.

Pero la satisfacción en su comportamiento era como el paraíso para ella.

Discutieron sobre libros, cultura antigua, autores y mitos. Draco siendo el Malfoy que era sabía dar una buena respuesta a todo, podías notar la educación estricta que había tenido de pequeño, la aristocracia se asomaba en su porte y en su forma de hablar.

Ella jamás había tenido nada como esto.

Y por la cara de Draco, era evidente que él tampoco.

Control |DRACO MALFOY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora