۞ ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 46

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Cinco, habían pasado cinco tediosos días entrenando con Draco Malfoy, a Hermione no le había parecido correcto negarse al entrenamiento, su autoestima estaba por el suelo últimamente, pero negarse sería aceptar que ella no soportaba estar cerca de él, negarse sería aceptar que ella era débil frente a él, y eso sería demasiado humillante, incluso para su craquelada alma maldita.

Era un bastardo, eso era, Draco Malfoy era un maldito bastardo que no estaba respetando su maldita condición de principiante. La hacía entrenar casi tan duro como a cualquiera de los demás, había solicitado a Lissa una dieta más pesada y todo empezó a acelerarse. Eso era lo que Hermione quería, pero odiaba que Draco estuviera involucrado.

"Tus manos no están en la posición que te indiqué, hazlo otra vez", "Maldición, no tienes que golpear más fuerte", "Sin magia debes ser mucho más ágil en combate, de nuevo", "lo hiciste mal, de nuevo", "Joder, Granger, los pies no van así"

Bastardo.

Todos los jodidos días era lo mismo, la hacía despertar exageradamente temprano solo para llevarla a la sala de entrenamiento, golpes, golpes y más golpes, sus nudillos estaban morados, y todo lo que él hacía era supervisar y corregir. Observar como el cabron que era.

Podía quejarse lo que quisiera, odiaba entrenar con él, pero su ansiedad había reducido en grandes cantidades, ella ahora se sentía mucho mejor andando por ahí sin lucir como un zombie.

Llegaba al comedor con Lissa y aun que seguía siendo incomodo, no dejaba que eso le impidiera comer a gusto.

Las cosas, ella trató de mejorarlas, poner una capa de brillo sobre todo lo que estaba mal y fingir que debajo no se estaba pudriendo.

Se sintió agradecida de que Draco no asistiera a los almuerzos más, ya tenía suficiente con verlo en el entrenamiento.

Era repugnante lo que sentía cuando estaba con él. Quería besarlo, pero al mismo tiempo abofetearlo. Lo veía y solo... maldición, dolía.

—Te he dicho cien veces que si sigues dejando tu tobillo en esa posición puedes romperlo— dijo él con los brazos cruzados mientras la veía dar patadas a un costal inusualmente duro.

—No puedo ponerlo de otra forma, supongo que así es mi tobillo— espetó ella  fastidiada, y nerviosa. Siempre estaba nerviosa con él.

—Es porque tu cadera está en una posición inadecuada— no le pidió permiso para acomodar su pequeña cadera como él pensó que era la posición adecuada. La movió bruscamente y luego le levantó el pie despacio para que ella viera que su patada ahora estaba bien.

—No vuelvas a hacer eso, no quiero que me toques— Su tono era frío, pero por dentro estaba temblando.

—¿Cómo se supone que voy a enseñarte correctamente si no puedo tocarte?— Él siempre tan frio y serio.

—Explícame con tu cuerpo lo que quieres que haga— Draco levantó una ceja, entonces ella agregó —No necesitas hacer contacto físico.

—Antes no te molestaba el contacto físico conmigo— su tono juguetón hizo que se sintiera como un puñal en el estomago.

—Antes— dijo ella viendo el suelo —...ya pasaron dos años, nada es igual. No quiero que me toques sin mi permiso— Draco la miró a los ojos, sosteniendole la mirada un largo rato y asintió.

—Bien, continua.

El entrenamiento siguió, él no dejaba sus comentarios groseros y estupidos sobre como ella era demasiado lenta, el saco de boxeo de pronto se volvió aburrido y solo deseaba golpearlo a él.

Control |DRACO MALFOY|Where stories live. Discover now