VEINTIDÓS

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—¿Te sentiste muy incómoda con mis amigos?—pregunta dando vueltas en el columpio parado así enredando las cadenas.

—Sí.—asiento, entonces se sienta y levanta los pies para dar vueltas rápido, niego con la cabeza.

termina de girar y cierra sus ojos por un momento.—Perdón.

—Deja de decir perdón, me estay hartando.—se ríe y comienza a balancearse de lado a lado haciendo que su columpio choqué con el mío.

¿No se puede quedar quieto?

—Mi amiga me necesitaba.—murmura, lo miró mientras juega.—Próxima vez no te dejo sola.

—No me necesito tus excusas.—niego con la cabeza.—Y ni pensís que va a haber una próxima vez.

me ignoró completamente y se acercó a mí.—Me contaron que dijiste que éramos amigos.

—No conté, me preguntaron y yo respondí...—lo miró confundida.—¿No lo somos?

su sonrisa se ensancha.—Sip, me alegra oírte decir que somos amigos.—se pone una mano en el pecho a la altura del corazón.

como la luz del poste nos llega directo su pelo se ve brillante por las gotas de agua que caían, parecía una llovizna piola.

» ¿Por qué no estay en tu casa?—ruedo los ojos.

me da paja que sea tan preguntón y eso fomenta mis ganas de darle un golpe pa' que se quedé callado, sin embargo, mi moral me advierte que eso no es lo correcto y es la wea más loca porque en mi vida había tenido sentido de la moral. Supongo que estoy empezando a comportarme como una persona normal.

—Porque no podía dormir y mi plan es no volver hasta la mañana porque dejé cerrado con llave y las llaves están adentro.—murmuró, me sorprende la facilidad en la que le cuento las cosas.

—Entonces voy a tener que quedarme contigo hasta la madrugada.—niega con la cabeza.

—Podís irte si querís.

—Pero no quiero.

eso hace que lo miré, ya no esta tan cerca sigue columpiándose pero más despacio que antes.

—Yo...—ante de que pueda decirle algo las gotas caen fuertemente sobre mi cabeza y por todo el lugar, el Elias me mira y ni siquiera se para sino que se columpia con más fuerza.

—Que bacán.—lo miró con horror, literalmente nos estamos mojando con agua contaminada, pero no digo nada porque él parece disfrutarlo.

alzó la cabeza y las gotas de agua me dan en la cara, se siente relajante y aunque me esté dando frío, no me quiero mover.

entonces el Elias empieza a reír cuando la lluvia se intensifica y se me contagia su risa, agarra mi brazo y comenzamos a correr.

ni siquiera sé porque corremos si ya tengo la ropa mojada y él igual, pero aún así seguimos corriendo y riendo, de seguro si alguien nos ve pensará que parecemos weones, pero no me importa, pocas veces me siento así, como liviana.

entonces nos paramos frente a la reja de su casa y me mira divertido, se lleva su dedo índice a los labios señalando que guarde silencio, asiento.

entramos a su casa por la puerta trasera y pasamos directamente los dos al baño, me sacó el polerón y lo estrujo, el pelo se me pega en la cara al igual que la chasquilla, debo de verme como las weas.

él me pasa una toalla y entra a la ducha estrujándose la ropa como pueda, yo me rió bajito porque parece aweonao.

—La nona esta durmiendo ya... Debe estar roncando así que no va a cachar, pero igual hay que ser silenciosos... Mi mamá no está.—murmura cuando ya estamos fuera del baño, subimos las escaleras en silencio.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora