CUARENTA Y UNO

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la Abigail tenía la mirada fija en mí sin ninguna expresión en su cara, sus manos las tenía atrás donde no podía verla por lo que no sabía que escondía, además de que estaba medio oscuro así que no se veía mucho.

—Entonces... ¿En diez minutos más estay de cumpleaños?—preguntó ladeando la cabeza, se levantó de la banca y se cruzó de brazos.

—Así es.—sonreí.—¿Por qué? ¿Querís pasarlo conmigo?

—No.—negó con la cabeza.—Tenís que estar con tu familia.

me iba a acercar a ella, pero puso una mano frente a mí.—Ni un paso más, Elías.

fruncí el ceño confundido.—¿Por qué no?

—Porque yo lo digo.—sin evitarlo me reí.

—Bueno, bueno.—alcé mis manos.

observó el cielo y veo que tiene pinta de que va a llover de nuevo, de hecho en la tarde estaba lloviendo fuerte.

—¿Te gusta tu cumpleaños?—preguntó en voz baja.

—Bueno, me gusta que la gente me diga cosas lindas y me den regalos.—me encojo de hombros, se rió despacio.—Es bacán comer cosas ricas hasta que me duele la guata y jugar con mi amigos como si tuviera siete años.

sus ojos se ponen llorosos por un momento, pero luego de pestañear continuamente volvieron a estar normales, aunque un poco más brillantes.

—¿Haciai fiestas con temática de Spiderman?—pregunta recuperando su media sonrisa.

me hago el sorprendido.—¿Cómo supiste? Y para tu información, lo hice hasta el año pasado.

se ríe arrugando su nariz y me parece tan bonita de ver.

» ¿Cuánto rato tengo que estar parado? Se me acalambran las patas.—me quejó.

—¿Qué hora es?—pregunta más para sí misma, saca su celular y ve la hora.—Un minuto.

—¿Un minuto...? ¿Me tenís un regalo?—sonrió abiertamente, ella entorna sus ojos y bufa.

—Tu regalo es el privilegio de poder sentarte conmigo.—palmea la banca, niego con la cabeza divertido.

nos quedamos callados unos segundos hasta que una alarma suena, toco mis bolsillos para ver si es el celular que me paso una tía porque el mío murió, pero ella rápidamente silencia su teléfono.

» Feliz cumpleaños, Elías.—se levanta de la banca y con una pequeña sonrisa me extiende un skate con una cinta de regalo mal puesta.

mi corazón se apretuja en mi pecho y me quedó paralizado, siento mi piel poniéndose de gallina, varias corrientes eléctricas recorren mi cuerpo, mientras mi corazón late como loco. Estoy tan impactado que aún no lo recibo, haciendo que su ceño se frunza y de un paso atrás bajando su regalo.

» ¿No...? ¿No te gusto?—preguntó con voz temblorosa y los ojos bien abiertos, reaccionó de forma inmediata y me acercó a ella rodeándola con mis brazos.

el skate cae al suelo por consecuencia y aunque me preocupó por eso, sólo quiero abrazarla. Mis ojos se llenan de lágrimas, no es por pena, es que me siento muy feliz. Creo que nunca había llorado de felicidad.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora