EXTRA: ¿POSITIVO? PARTE 1

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Salvador.

sople con fuerza la bombilla de cartón haciendo que algunas gotas del líquido salpicarán la mesa, pero no me importo. El cabro chico frente a mí me miro con los ojos entrecerrados e inflo más sus mejillas haciendo lo mismo que yo.

—Kevin, no hagas eso.—lo reto la Mai, acercándose a nosotros, me saco la lengua.—Y tú tampoco, Salva.—asentí despacio alejando el vaso con bebida.

—¿A qué hora llegan?—preguntó el hermano chico de mi polola.

—Sí... ¿A qué hora llegan?—repito con el mismo tono de voz, la Mai me mira y niega con la cabeza, le sonrió inocentemente.

—Deben estar por llegar.—y como si los invocara, unos "aló" se escuchan desde afuera.

ella sonrió y prácticamente corre a abrir la puerta, dejándome ver a las tres personas que están afuera.

lo primero que noto cuando cruzan el umbral de mi casa es que: 1. dejaron pasar al amarillo (mi perro). 2. el Elías viene zamarreando a la Canelita, pero ella no lo pesca. Ladeo la cabeza confundido.

—¡Hola familia!—saluda efusivamente la Maite, le da un abrazo corto a la Mai y corre hasta a mí.—Salva.

—Hola.—saludo con una sonrisa.

—¡Feliz cumpleaños!—me agarra por los hombros y me sacude, rió divertido.

—Gracias, gracias.—llevo mi mano a su cabeza y la sacudo sobre esta, despeinandola.—Gracias por venir, Maitecita.

—¿Cómo me iba a perder el cumpleaños de la persona que mejor me cae en el mundo?—pregunta ella, se acerca a mí y susurra:—No se lo digai al Elías.

—¿Qué no me van a decir?—aparece mi compa con los ojos entrecerrados.

—Nada, nada.—niego con la cabeza, él se cruza de brazos... Lo que dura bien poco porque se acerca a mí y me da un abrazo, como soy mas alto que él me rodea la espalda baja.

—Feliz cumpleaños, Salva.—me sonríe, pero su sonrisa se borra cuando se echa en la silla donde estaba sentado anteriormente.—La Abi es mas pesa.

me rió bajito y antes de sentarme a su lado, procuro que la canelita este con mi polola, para que mi amigo pueda conversar tranquilamente.

—¿Qué hizo ahora?—ladeo la cabeza, la Maite nos observa divertida.

es un alivio que las cosas entre ellos dos no se haya puesto raras luego de que él la rechazo.

—Es que me insistió con algo y yo no la pesqué, dije que le iba a hacer la ley del hielo si seguía insistiendo... Y Adivina ¡Ella me la hizo a mí! No me habla desde ayer.—hace un puchero.—Y hoy se vino conversando con la Maite todo el camino dejándome de lado.

—Ah... Por eso estaba tan conversadora, ya me estaba asustando.—asintió la Maite.

—¿La Canelita te insistió?—pregunté asombrado.

—Sí, y deja de decirle canelita.—refunfuñó cruzándose de brazos.

—No.—le saqué la lengua.—Bueno, si te insistió debió ser importante... Y creo que fuiste muy cabro chico al decirle que le hariai la ley del hielo, así que es tu culpa.

—¡¿Mi culpa?!—frunció el ceño.—Pero si yo le dije que no.

—Igual depende del tema.—opino la Maite.—Si era algo trivial o algo importante... Pero supongo que si ella te insistió, debe ser por algo.

—O sea sí, es que era algo sobre ir a ver a alguien... Pero yo ya no quiero saber nada de ese alguien, ella insistió en que es importante para que también supere y la deje atrás, olvidando el rencor... Pero yo no quiero hacerlo.

—Que sabia la canelita.—entorna los ojos hacia mí.—bueno, si no quieres hacerlo no te puede obligar, pero tiene razón en parto... Y sigo pensando que fue muy weon decirle que le hariai la ley del hielo así que te lo mereces.

oí un bufido de su parte.—Bueno, si tienes razón. ¿Y qué hago pa' que me perdone? Sabís lo orgullosa que es.

—Pídele perdón de manera sincera... O sea ya llevan casi un año, ella no te va a mandar a la chucha.—se encogió de hombros la Maite.

justo en ese momento entran las dos, la Maimai viene sonriendo lo que hace que mi corazón lata rápidamente, mientras que la canelita tiene su ceño fruncido habitual, que se suaviza un poco cuando ve al Elías.

sin embargo, ella cuando pasa junto a él ni siquiera lo mira, sino que me dirige una pequeña sonrisa.

—Feliz cumpleaños, Salva.—me da un corto abrazo y luego un apretón en el hombro, le sonrió feliz.

—Abi... ¿Podemos...?

—No.—le corta con una voz fría que hace que yo abra los ojos a mas no poder.

pero me rió por lo bajo, al igual que los demás, cuando él se amurra como los cabros chicos cuando los retan.

despacio me acerco a mi polola y la abrazo, ella me rodea con sus brazos y se pone de puntillas para dejar un beso en mi mejilla.

—¿Querís comer algo?—le pregunto, ella últimamente ha estado comiendo muy poco porque a todo le hace asco.

bueno, siempre ha sido así, pero me preocupa que no coma nada.

—Nop, ¿Tú querís comer algo?—alza sus cejas, noto que aprieta su agarra un poco, media tensa, pero luego me sonríe.

entorno los ojos y observo su rostro, hasta que me quedo mirando embobado las pecas debajo de sus bonitos ojos, llevo mi dedo hacia su pómulo y lo acaricio despacio, ella cierra los ojos con fuerza.

—Salva... ¿Puedo pedirte algo?—dice en un susurro, sin abrir sus ojos.

—Lo que sea, Maimai.—murmuro un poco confundido, ante su cambio de humor.

—Promete que vai a ser sincero ante como te sentís.—sus manos aprietan mi polera.—Si no estás listo y no lo quieres, lo voy a entender... Pero necesito que me lo digas.

—¿Con qué?—ladeo la cabeza, por fin abre sus lindos ojos y veo inseguridad en ellos, lo que me pone inquieto de inmediato.

—Porfa.—pide en voz baja, pega su cabeza a mi pecho y la siento temblar un poco.

—Te lo prometo, Maimai.—asiento despacio, la siento suspirar, pero no dice nada mas.

me inquieta no saber, sobre todo con lo ansioso que soy, sólo quiero saber que onda, que es lo que tiene tan afligida a mi Maimai.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora