CUARENTA Y DOS

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Mailen.
tres meses después.

salgo de mi casa junto a mi hermana pequeño, me alivio completamente cuando veo a la Abi apoyada en la reja con cara de aburrimiento. Desde que las fotos volvieron a ser vírales, me he sentido más abrumada de lo normal lo que afecta un montón de cosas que antes había logrado hacer con cierta normalidad, ahora ya no quería ni salir de mi casa, pero tenía a la Abi que me esperaba afuera de mi casa todas las mañanas.

—¡Abi!—gritó mi hermano.

mi amiga lo miró con una mueca, pero luego sonrió, o bueno, hizo el intento.

—Hola.—movió su mano lentamente, como sin ganas.

la verdad no me tomaba a pecho sus acciones con desgano, estos meses he comprendido un montón de cosas de ella, como que necesita su espacio de vez en cuando, le gusta la música media deprimente, odia a los perros y que cuando mira al Elías tiene un pequeño brillo en los ojos... Sí, he notado muchas cosas. En sí su actitud es fría, pero aprecio tanto estos gestos como de acompañarme en la mañana y en la tarde, hacer como que me escucha aunque no entienda lo que le hable y darme palabras de aliento.

—¿Vamos a comer helado en la tarde?—pregunta mi hermano con emoción, le cae bien la Abi porque dice que es la única que no me mira feo.

—¿No veís cómo está el día?—pregunta la pelinegra apuntando el cielo.

—Igual quiero helado.—sonríe de forma angelical.

las mismas dos niñas de siempre pasan por nuestro lado murmurando cosas, lo que me hace apretar mi mano libre, ya que con la otra sostengo la de mi hermano. La Abigail me mira y luego vuelve a su conversación con mi hermano, evitando que él escuche las weas que dicen las otras.

—... Me sorprende que la violenta culia de la Abigail esté con ella ahora.—murmura una.—Capaz sean pololas, si son tal para cual.

—No creo, la otra vez vi a la Abigail comiéndose con el Salva, la odio tanto.—lloriqueó la otra, miró a mi amiga y ella esta muy metida en la mini discusión con mi hermano.—Es maraca también parece...

me da rabia que hablen tantas weas, pero más rabia me da no poder hacer algo, le tengo tanto miedo a esta wea que me sobrepasa ¿Por qué no puedo ir y simplemente hacerlas callar? Sé que es lo que quiere la Abigail, pero no puedo. No es tan fácil.

—Buenas, buenas.—el mismo castaño que evito que un pelotazo le llegara a la Abi apareció frente a nosotras, inmediatamente se callaron.—Canelita tantas lunas.

—No me digai así.—niega con la cabeza, el Kevin mira al castaño que le gana como por diez cabezas.

—Yo sé que te gusta que te llame así.—le da un mini codazo.

—¿Y tú quién eres?—pregunta mi hermano, él lo mira y se agacha a su altura.

—Un nuevo amigo... ¿Erís hermano de la Canelita o de... Ella?—me apunta a mí, entorna los ojos y me mira de pies a cabeza, haciéndome sentir incómoda.—¿Cómo te llamai?

—Mailen...—susurró, ladea la cabeza confundido y me pide repita de nuevo.—Mailen.

—Ah, Hola Mailen, un gusto.—sonríe, sus ojos celestes se achinan un poco.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora