29. EL MEJOR MOMENTO PARA EL TIEMPO

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Prométeme que, si yo blando esta espada, será para luchar por tu libertad; que, si yo decido ir a la guerra, será para vivir por ti; que, si yo protejo tu reino, será por tu paz.

Quiero que cuando te quites la corona, también puedas sonreír. Quiero que cuando decidas salir de tu palacio, sea para vivir. Prométeme que pensarás en ti como lo hago yo.

Pero, sobre todo, prométeme que, por una vez, te atreverás a perder el rumbo, a no seguir las estrellas, a no esperar a la luna, a no anclar el barco y a enamorarte del capitán.

Yo prometo amarte por toda la eternidad.



Taehyung intentó abrir la boca, pero las palabras no le salían. Un pacto se podía romper y alguien debía morir. Namjoon había dicho... Jungkook había... Cerró los ojos con fuerza y negó para sí mismo. Jungkook no haría eso. Jungkook no mataría a nadie. Él era bueno. Tenía que haber una razón para todo eso.

—¿Jungkook mató a alguien? —preguntó de forma abrupta.

Seokjin parpadeó perplejo, pero de sus labios no se borró la sonrisa divertida que tenía.

—A ti, por ejemplo —dijo cantarín—. Te está matando, ¿no?

Taehyung apretó los labios en una fina línea. No podía ordenar sus pensamientos de forma adecuada. Lo invadía un frenetismo que nunca había sentido y todo tenía que ver con el pelinegro. Quería averiguar tantas cosas y preguntar tantas dudas...

—No me refiero a eso —señaló a los pocos segundos—. Para romper el pacto, alguien debe morir. —La criatura asintió—. Jungkook rompió el pacto, ¿verdad? Él me lo dijo. —La imagen de Namjoon apareció de nuevo en su mente, palpitante—. ¿Jungkook mató a su pactante antes de que acabase?

Seokjin tragó con dureza ahora. Miró fijamente al chico y entrecerró los ojos. No sabía quién le había estado contando cosas, pero, desde luego, no tenía claro si eso acabaría siendo bueno o malo.

—Taehyung... Yo n... —Fue interrumpido por el ruido de una puerta que se escuchó a lo lejos. El humano sintió un pequeño tirón en su marca y siseó—. Ya viene.

Taehyung abrió los ojos, poniéndose nervioso. No había terminado de hablar con Seokjin. Necesitaba preguntarle más cosas y, sobre todo, obtener más información. Miró al inanimatum, desesperado.

—¿Podremos hablar en otro momento? —le rogó, casi como si le estuviese pidiendo auxilio—. Necesito seguir hablando contigo.

Seokjin lo miró y fue capaz de leer la necesidad en su rostro, en sus dos pequeños luceros que centelleaban al borde del eclipse. Era un barco en plena tormenta en el que él, una vez, también navegó. Su boca se estiró en una pequeña mueca y se acercó hasta el oído del humano. La sonrisa de Taehyung se asomó brevemente por el susurro y asintió cuando se separó.

—¿Jungkook lo sabrá? ¿No se enfadará? —dijo de prisa.

—No te preocupes. Los rebajados a mensajeros no dejamos rastro en los pactantes. Pueden sentirnos, pero no sabrá que he estado contigo. —Le guiñó un ojo—. No podemos pactar con nadie, así que no suponemos ningún peligro. No habrá problema —le confirmó mientras empezaba a caminar de vuelta—. El problema será que esté él. —Señaló hacia la figura negra que salía de la otra torre.

El humano asintió más tranquilo y lo siguió por las escaleras. Lo difícil, como había mencionado la criatura, iba a ser hacerlo sin que Jungkook se enterase. Seokjin no parecía caerle muy bien y si encima él mostraba interés en querer relacionarse, la situación no llegaría a buen puerto. Taehyung pudo confirmarlo cuando se reunieron con Jungkook de nuevo.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora