11. ESTANQUES CON MÁS DE UN FONDO

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Posado en aquel hierro oxidado, a merced de aquella tormenta, bajo el yugo de las tinieblas, recordaba haber visto cientos de barcos encallar; navíos grandes y pequeños pidiendo auxilio y alojo, piedad entre tantas olas y milagros ante tanta oscuridad.

Pero, ahora, cada vez menos nítida la imagen, no estaba seguro de que fueran barcos, porque también había creído ver sueños, unos más grandes y otros más pequeños, que no llegaban a buen puerto, ni siquiera navegando.

Porque muchos capitanes soltaban el ancla antes de tiempo, antes de vislumbrar el faro, antes de tener siquiera la iniciativa de buscarlo. La realidad era que muchos de ellos se perdían antes de intentarlo y por eso el mar rugía.

Porque había muchos cobardes vestidos de valientes, con el Norte en la frente, pero navegando hacia ninguna parte.



Taehyung se encontraba parado en mitad de la cocina. Su cabeza repasaba lo que había aprendido esa mañana. Los demás trabajadores no habían llegado, solo el encargado, que había sido el responsable de su clase particular. Lo primero era el horno. Su funcionamiento no era tan complicado. Luego, repasó los ingredientes que tendría que usar para decorar. Después, debía llevarle las bandejas a Hoseok y, finalmente, escribir en la pizarra. Hecho. Lo tenía todo controlado. Ya se había familiarizado con los utensilios y el espacio de trabajo.

Descolgó el delantal y se lo ató. Pronto abrirían y, cuando pensó que había conseguido despejar su mente, esta fue invadida por cierta criatura, aunque eso no hubiese estado en el temario del curso. Jungkook se había esfumado de la nada como usualmente hacía, sin embargo, se había ido con mucha prisa. ¿Habría visto algo? ¿De verdad lo había oído en su mente?

—Buenos días, Taehyung. —A sus espaldas escuchó la voz de su amigo.

—Hola, Hoseok. —Le sonrió. Se notaba que el ambiente era diferente.

—¿Te teñiste el pelo? —comentó al entrar en la cocina.

—¿Yo? —Parpadeó, extrañado.

—No recordaba haberte visto ayer con esos reflejos rubios.

El chico abrió los ojos, nervioso. Se había olvidado del extraño cambio que había descubierto nada más levantarse.

—¡Ah! —Intentó disimular—. Sí, lo siento. Todavía estoy un poco espeso —contestó con una sonrisa nerviosa mientras se daba la vuelta hacia una de las estanterías.

El contrario sonrió por lo adorable que le parecía su comportamiento.

—No te preocupes, es normal durante los primeros días. Te irás acostumbrado. Pero es curioso... —dijo pensativo.

Taehyung se mordió el labio y maldijo mentalmente a Jungkook.

—¿Curioso?

—Sí. Es curioso lo que le cambia a una persona la cara cuando se corta o se tiñe el pelo. Incluso tus ojos parecen más claros que ayer.

Los hombros del castaño se tensaron y otra carcajada nerviosa salió de sus labios.

—Son solo imaginaciones tuyas. —Se movió hacia la puerta evitando el contacto visual—. No es como si los ojos pudiesen cambiar de color de un día para otro—argumentó, y esa había sido su realidad hasta que se había levantado de la cama no hacía mucho.

Al parecer, los ojos de los inanimatum no eran los únicos que cambiaban, porque ahí estaba él, soltando otra mentira por la boca.

—Desde luego —afirmó—. Sería una locura que los ojos le cambiaran de color a alguien.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora