8. ESTRELLAS QUE SE VEÍAN DE DÍA

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Aquella era otra de esas noches. Sí, aquella era otra de esas noches en las que había visto a la luna guiñarle el ojo al cielo, o, tal vez, a él. No sabía cuál había sido su destino, pero el mensaje lo había visto y, esa noche, había hablado con ella.

Recordó cuántas veces lo había hipnotizado, haciéndole creer que era quien la tenía en la mano. No obstante, el prisionero no fue otro. Nunca. Nunca fue otro más que él.

Pero lo que más le asustó fue que la había visto brillar y no había sido en el cielo. Se asustó de eso porque significaba que se arrodillaría ante ella y declararía su lealtad, mostraría su debilidad y se convertiría en su caballero de brillante armadura.

Esa es la razón por la que siempre tuvo miedo de encontrar a la luna fuera del cielo, porque, en ese caso, él ya había perdido la guerra.



Sus párpados se levantaron con lentitud. Apartó los dedos de su frente y dos ojos curiosos se clavaron en el rostro pálido de la criatura. Ambos se quedaron en silencio, sin saber qué decir. El pelinegro se extrañó al ver las pupilas del chico recorrerlo de arriba abajo. Iba a abrir la boca, pero el humano se adelantó.

—¿Estás bien? —le preguntó.

La expresión del inanimatum se contrajo.

—¿Qué?

—¿Ya no estás enfadado? —Movió la cabeza.

—No deberías preocuparte por eso. Deberías estar tú enfadado —habló con tranquilidad.

—Yo no estoy enfadado. —Se incorporó en el colchón y cruzó las piernas—. Estaba triste, pero ya no. Supongo que tuviste un motivo para hacer lo que hiciste. Sin embargo, eso ya pasó, ¿no? No sé por qué estamos hablando de eso. —Rio un poco. Jungkook asintió a sus palabras. Los efectos de su habilidad no habían fallado. La cognición de Taehyung se había modificado para hacerle creer que había vivido los días transcurridos desde la discusión—. Me gustan estas conversaciones espontáneas, y me gusta pensar que merecemos una segunda oportunidad —habló mientras se bajaba de la cama para acercarse a la ventana.

—Eres bastante raro. —Lo observó asomarse a esta.

—¿Tú crees? Todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no? —Se dio la vuelta y lo miró—. ¿No estás de acuerdo?

Ahí estaba otra vez ese comentario.

—En mi mundo no existe el perdón.

—Sabía que dirías algo así. —Se giró para mirar las calles—. Tu mundo es tan triste.

—No tanto como el tuyo —contestó.

—Al menos no me lo has negado. —Soltó una pequeña risita.

—Tampoco te lo he afirmado.

—Quien calla otorga, ¿conoces esa frase?

—Me quedé en lo de callar. Veo que te has levantado con ganas de darle a la lengua.

—Hay que aprovechar los momentos en los que alguien va a responderte, aunque sea de mala gana. —Le sacó dicha lengua—. Hace mucho que me di cuenta de que las paredes no me iban a contestar. —Jungkook se acercó unos pasos al chico cuando notó algo en su pecho. Observó su rostro y se percató de que miraba a los humanos con uniformes que salían de clase. Su pactante tenía ganas de malgastar su vida—. Bueno, tengo que prepararme para ir a trabajar —dijo tras darse la vuelta.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora