16. LA OBRA QUE NUNCA SE EXPUSO

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Cada vez que saltaba al precipicio, sentía sus labios recorrer mis sueños. Cada vez que me enfrentaba al viento, sentía sus yemas acariciar mis miedos. Creo que podía jurar que su risa tenía el sabor de la locura, pero ya no estaba cuerdo.

Y yo había decidido volverme uno de ellos, uno de esos locos que rogaban miradas en cada calle, que pedía una de tus estrellas, las de tus ojos; pero que suplicaban, sobre todo, ahogar una lágrima de tu alegría.

Y me volví loco, como quería. Comencé a buscarte en cada luna, pero nunca me avisaste de que habría un eclipse aquella noche.

Y me perdí de nuevo, porque era la única estrella fugaz que no dejaba ninguna estela.

Después de eso, yo lo único que quería era matarte...

De amor.



Taehyung no podía parar de morderse el labio. Sus uñas también se encontraban presas entre sus dientes. Miró el pequeño cuaderno de partituras que el profesor les había repartido y sus ojos comenzaron a saltar por todos aquellos pentagramas de nuevo. ¿Se suponía que él tenía que saber tocarlos? Ese era uno de los inconvenientes de haber empezado casi a mitad de curso. Todos los alumnos, con sus instrumentos en mano, parecían tener una idea de lo que el profesor estaba explicando, o, al menos, aparentaban tenerla. La idea de hacer horas extras no le pareció muy macabra.

Lo único bueno era que la clase de conjunto musical era de las pocas en las que tenía que disimular que llevaba tocando el violín toda su vida. Lo había tocado una vez nada más y ni siquiera estaba seguro de que lo que había hecho estuviese bien. Solo se había limitado a reproducir la melodía en su mente. Eso podían hacerlo todos, ¿no?

Volvió a mirar alrededor. La clase parecía una pequeña orquesta. Había una chica en el piano en primera línea, junto a los instrumentos de cuerda. Detrás estaban los instrumentos de viento y madera, y, finalmente, los de viento y metal.

—Bien, ahora quiero que escuchéis atentamente; luego, empezaremos todos —anunció el profesor.

Giro la cabeza hacia las teclas del piano en cuanto su compañera comenzó a tocarlo. Cerró momentáneamente los ojos y se concentró en las notas que estaba escuchando. Se sobresaltó un poco cuando, de repente, el resto se incorporó a la breve pieza. Taehyung se dirigió esta vez al alumno que tenía al lado y comenzó a memorizar los movimientos de su arco.

Al acabar, miró su propio violín e intentó reproducir las imágenes en su cabeza.

—Creo que lo tengo... —murmuró para sí, olvidando el cuaderno de pentagramas.

El profesor dio la entrada de nuevo para acompañar esta vez al piano y Taehyung tocó por primera vez con el resto, aunque sin dejar de mirar de soslayo los movimientos de sus compañeros de instrumento para estar seguro de que podía seguir la secuencia sin ningún problema. Sonrió orgulloso de sí mismo y no pudo evitar alegrarse. Había conseguido hacerlo y, a pesar de que seguía sin saber leer las partituras, las podía tocar de oído. Aun así, estaba decidido a aprender, solo necesitaba tiempo y paciencia. Estaba seguro de que, si le ponía empeño, podría acortar la gran distancia que había entre él y sus compañeros.

Sin embargo, sus nervios regresaron como un huracán. Cuando el profesor mencionó tras el ensayo que iban a pasar al auditorio para presentar la pieza individualmente, sintió unas náuseas terribles. Tocarla en conjunto era una cosa, pero solo, delante de la clase...

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora