6. POR FAVOR, ABRE LA PUERTA

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El cuervo recordó que había puertas que no se debían abrir, las que se abrían sin querer y las que había que abrirlas a propósito.

Podías no entrar, mirar desde fuera, asustarte por el cambio o, incluso, darte la vuelta. Podías entrar, recibir la realidad, aceptarla como tal y tener el valor de asumir el futuro.

Él había visto muchas abiertas y cerradas, otras tantas. Pero hubo un momento en el que decidió darle la espalda a todas y cada una de ellas.



Taehyung retrocedió dos pasos y mil eran los que tenía ganas de dar en dirección contraria. Observó a la nueva criatura de arriba abajo mientras sus palabras rebotaban en su mente. Parpadeó con nerviosismo y sus ojos se movieron en busca de otra posible presencia. Cuando se dio cuenta de que estaban solos, no supo si respirar con alivio o preocuparse más de lo que ya lo hacía. ¿Podía empeorar la situación?

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Jungkook lo lleva escrito, y tú, el suyo. —El tono de su voz era inquietante.

—¿Qu...? —Antes de terminar la pregunta, la figura desapareció. El chico se alertó.

—Esto —habló en su oído, asustándolo.

Taehyung se giró en busca del inanimatum, pero, cuando este le tocó levemente el omóplato, cayó al suelo de rodillas. Un grito agudo de dolor abandonó su garganta. Una llamarada intensa se expandió por su cuerpo desde la marca, recorriendo todas sus terminaciones nerviosas. Sentía el dolor de las quemaduras como si estuviese en medio de un incendio. Jadeó por el escozor y cerró sus manos en puños.

Los labios de Seokjin se curvaron en una sonrisa. El símbolo de Jungkook se estaba dibujando en la ropa del chico, quemando la tela. La palma de su mano también había sufrido ese percance, pero la regeneración de su piel ya había actuado para borrar la herida.

—¿Qué hicis-te? —preguntó desde el suelo.

—Asegurarme de que estuvieras sellado, por si las moscas. —Tarareó con burla.

—Entonces, conoces a Jungkook —afirmó con el rostro compungido por los jadeos.

—Y ojalá no lo hiciera. —Rio mientras caminaba alrededor del cuerpo del humano—. Tienes suerte de que sea tu pactante, pequeño niño.

—¿A eso se le llama suerte? —Hizo un mohín.

—Claro que sí. Tienes suerte de que te haya encontrado antes que el resto. Pureza como la tuya hay muy pocas. —Se relamió los labios—. Pero también lamento que te haya marcado. Debes de estar pasándolo regular. Él es un poco especial. Sin embargo, te aseguro que hay auténticos sanguinarios por ahí sueltos. —Taehyung bajó la mirada sin saber qué responderle—. No te aflijas. Jungkook suele terminar rápido con sus pactantes. Cuando menos te des cuenta, tu vida ya habrá acabado.

—Tú eres como él. —Frunció el ceño. Hablaba de la otra criatura como si no fuese una también.

—Te equivocas. —Lo miró de reojo—. Somos muy diferentes. Ni siquiera tenemos la misma Condena. —Aquello pareció haberle molestado.

—Pero matas a personas, ¿no? —respondió esta vez con cautela.

—Por supuesto, aunque dicho así, suena muy feo. Nosotros solo saldamos deudas de vida. No matamos, estrictamente hablando. Son normas. —Sonrió de nuevo, como si la molestia se hubiese disipado—. Sin embargo, es diferente. No estaría aquí teniendo esta charla tan amena contigo si no fuese de otra manera. —Dio un aplauso como si fuera lo más elocuente.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora