12. REPROCHES EN SILENCIO

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Hubo un día en el que se atrevió a preguntar por qué uno de los soles a veces se partía por la mitad, por qué parecía que alguien lo había desgarrado, por qué se parecía tanto a su corazón.

Cuando lo tuvo.

Si seguía habiendo día, si seguía habiendo noche, porque ya no lo distinguía. Si era aquello la luna a la que le había aullado o el sol que quemaba a su paso.

Se preguntó qué estrella lo había guiado mal, qué mapa había escondido su camino, qué tesoro estaba buscando y por qué se encontraba tan perdido.

Sí...

Hubo un día en el que se preguntó en qué isla había varado, porque no recordaba ninguna tormenta. Ya no recordaba qué cañón le había disparado, porque había conocido a aquel que todo lo cura.

Pero ya no había brújula que volviera sobre sus pasos.

Ya no.



El chico se arrastró hacia el otro lado de la habitación, atemorizado. No podía creer que se hubiese olvidado de la fecha. La figura del viejo casero se alzaba ante sus ojos como una de sus peores pesadillas. Le había recordado su triste realidad. No iba a cambiar y, a veces, se preguntaba si valía la pena seguir luchando.

Su cuerpo se estremeció al recordar los meses anteriores. Las lágrimas que lo habían amenazado todo el camino de vuelta hicieron por fin su aparición. No quería sus manos encima de nuevo. Detestaba que lo mirara de esa forma y mucho más que lo hiciera sentirse como un cacho de carne.

Pocas veces había deseado morir a pesar de todo, y la visita de su casero entraba dentro de ese saco de veces. No podía evitar que abusara de él si quería escapar de la calle, pero eso no significaba que no se le cayeran las estrellas del cielo como meteoritos incendiarios.

Tragó con dificultad cuando vio al otro dar un par de pasos más cerca y comenzó a temblar.

—¿Vas a empezar con el mismo cuento de siempre? Ven aquí antes de que se me haga tarde.

—Tengo el dinero para pagarle —tartamudeó con nerviosismo.

—Sí —sonrió de esa forma que tanto le asqueaba—, veo que aquí tienes bastante dinero. —Sacó los billetes de su bolsillo trasero. Los había cogido sin permiso mientras esperaba su llegada—. ¿Te has prostituido por fin? —Soltó varias carcajadas.

Taehyung se mordió el labio de la impotencia. Ahí estaban esos comentarios de nuevo, los que lo hacían sentirse como una mierda, como un pedazo de nada.

—Ahí está todo el dinero del mes y puede que más —murmuró en voz baja—, así que puede irse. —Bajó la cabeza para no tener que mantener el contacto visual durante mucho más tiempo.

—¿Te crees que lo hago porque no me pagas el alquiler entero? —dijo totalmente encantado con la actitud sumisa de su inquilino.

Abrió los ojos, asustado.

—Pero ese era el trato —contestó con el corazón en la boca—. Si yo le daba todo el dinero cada mes, sería suficiente.

—Palabras, palabras. —Movió la mano—. El dinero me da igual. Lo que me interesa es joder ese dulce culo tuyo.

—No... —sollozó. La espalda del chico chocó inevitablemente con la pared destrozada por la humedad—. Dijo que no me haría nada si cumplía, ¡me lo prometió! —gritó desesperado.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora