30. SOMBRAS DEL PRESENTE

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Cuando por fin pensé que iba a dar con el tesoro, cuando por fin pensé que había llegado a la isla que era, cuando por fin pensé en lo que podría hacer con todo el oro... Perdí la luz del faro.

Si te contase que jamás volví a pisar tierra probablemente te reirías. Probablemente me llamarías cobarde o, probablemente, me llamarías culpable.

Pero yo sin remos no sabía navegar. Sin timón había vuelto a perder el rumbo y no me quedó más remedio que confiar en el viento.

Tarde me di cuenta de que yo ya... no podía confiar ni en mi sombra.

A lo mejor tampoco quería hacerlo o, a lo mejor, es que debía volver a aprender, porque lo había olvidado.

Lo que sí sé que hice fue abandonar la proa.

¿Para qué más?

¿Para qué menos?

Pero ... sobre todo...

¿Para qué?



Una fuerte corriente sacudió la habitación y un aleteo rápido se escuchó tras el cuerpo del humano que se encontraba agachado en el suelo. Taehyung intentó secarse las lágrimas con el brazo y levantó la cabeza. Tal y como le había dicho, la criatura apareció allí inmediatamente.

—Seokjin... —murmuró compungido.

—Hola, pequeño Tae. —Lo observó con tranquilidad—. No pensé que me llamarías tan rápido.

El chico apretó los labios y miró el cuerpo de Jungkook, que yacía a su lado. Su reacción había sido llamar a la otra criatura. No sabía si eso había estado mal o si no debió haberlo hecho, pero era al único al que podía pedirle ayuda en ese momento.

—Lo siento. Le pasó algo a Jungkook. No sé qué tiene. Me lo encontré así y no sé cómo ayudarlo —dijo de forma atropellada. Seokjin suspiró y miró el rostro del inanimatum. Su cabeza descansaba en el regazo del preocupado y tierno humano. Podía sentir su nerviosismo a kilómetros de distancia. Se notaba que ese chico lo quería de verdad. A pesar de todo... lo quería—. Seokjin, dime cómo puedo ayudarlo —volvió a sollozar—. Por favor...

Y la criatura supo que no podía decirle que no. Le sonrió tristemente y asintió con la cabeza. La realidad era que nadie podía hacer mucho para ayudarlo. Era algo que solo le concernía a Jungkook y a su cuerpo, pero, al menos, podrían ayudarlo a descansar mejor.

—Está bien, Tae —aceptó.

La expresión del chico cambió a una más decidida.

—¿Qué tengo que hacer?

—Vamos a regular su temperatura primero. Un baño será una buena opción —le comentó mientras miraba al pelinegro. Lo más probable era que, en su interior, estuviesen pasando ciertas cosas que prefería no recordar. Había intentado advertírselo, pero, por alguna razón, nunca resultaba nada fácil. Tal vez era inevitable acabar así en algún momento. Tal vez estaba escrito en algún sitio. Sus ojos se desviaron hacia el humano y sonrió levemente cuando los pálidos mofletes de Taehyung se colorearon de forma instantánea—. No te preocupes. —Soltó una pequeña risa.

Taehyung se tragó el nudo de nervios y asintió. La criatura se agachó hasta Jungkook y agradeció que estuviese boca abajo. Juntó dos de sus dedos y los colocó en el centro de la espalda del otro inanimatum.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora