6.

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Jimin regresó a su casa a las diez del día siguiente.

Cuando despertó en el apartamento de Jungkook, cubierto con una sábana y sin rastro de los libros que leyó, se sintió abochornado.

Se había dormido leyendo y Jungkook lo había visto.

Mierda.

A saber qué cara había tenido. Hoseok le había dicho una vez que dormía con la boca abierta. Eso era vergonzoso. Y Jungkook era demasiado guapo por lo que se convertía en el triple de vergonzoso.

Después de que esos sentimientos lo abrumaran, Jimin fue consciente de más cosas, como del inhumano dolor en su cara. En toda ella. Entonces recordó la paliza que le había dado su padre el día anterior, y que no había dormido en casa, sino en el apartamento del vecino, y que tenía que volver, porque ya había abusado demasiado de la caridad de Jungkook.

-¿Jungkook?- preguntó levantándose del sofá.

El sol brillaba en el cielo a través de la ventana, aunque no lo suficientemente alto como para decir que era el medio día. Jimin anduvo con lentitud por toda la casa, hasta llegar a una puerta cerrada. El apartamento era una copia en espejo del suyo, por lo que Jimin dedujo que ese era su dormitorio. La puerta estaba entreabierta. Jimin la empujó un poco, viendo a través de ella. En la penumbra del dormitorio, que aún mantenía la persiana bajada, Jungkook dormía profundamente. Se le veía tranquilo, con las facciones relajadas, y no con la usual cara de culo que solía tener siempre.

Jimin sonrió levemente.

Cerró la puerta de nuevo y anduvo hasta la entrada.

-Gracias, Jungkook- musitó con una pequeña sonrisa.

Después llamó al timbre de su casa, y Hoseokkie le abrió. En cuanto el niño lo vio, se lanzó a sus brazos.

-¡Jimin!

-Aquí estoy, pequeño. No te he abandonado- Jimin sonrió levemente, acariciando su cabello y besando su mejilla.

-¡Tengo hambre!- lloriqueó.

-Sí, bonito, Jimin te hará el desayuno.

-¿Bollitos de chocolate?- el niño preguntó esperanzado.

-No creo- Jimin suspiró- Hey, pero ¿Qué tal te parece un revuelto?

El niño puchereó, pero terminó asintiendo.

...

Jimin cocinó un revuelto para él y Hoseok, dándose cuenta de que sólo quedaba un huevo y un brick de leche en la nevera, y que si no había nada para comer para la noche, su padre se enfadaría.

Oh, ¿Pero cuándo es que ese hombre no se enfadaba?

Jimin hizo todas las tareas del hogar. Fregó, barrió, pusó las lavadoras correspondientes y cocinó para su padre el huevo que quedaba, por si despertaba mientras él hacía la compra.

Sin embargo, a lo largo de toda la tarde, su padre no salió del cuarto, y eso era extraño. Su madrastra tampoco lo hizo, pero Jimin sabía que esa mujer tenía horarios de trabajo muy extraños, y que en ocasiones dormía por el día hasta las siete de la tarde.

Jimin ni si quiera se atrevía a llamar a la puerta del dormitorio, así que se enfundó en una chaqueta más abrigada, cogió el dinero para la compra y marchó al supermercado, no sin antes darle un besito a Hoseok y prometerle que si para la vuelta tenía los deberes hechos, le daría todos los bollitos que comprara.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora